MADRID 16 Oct. (EUROPA PRESS) -
El 54,3 por ciento de la población mayor de 15 años padece al menos una enfermedad crónica que, por otro lado, generan el 80 por ciento del gasto sanitario público y el 75 por ciento de las consultas de Atención Primaria, según señala el nuevo Documento de Desarrollo 2025-2028 de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud (SNS).
El documento, presentado oficialmente por el Secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha sido el encargado de inaugurar la jornada 'Cambiando la mirada de la Cronicidad', ha sido elaborado mediante un proceso participativo en el que han intervenido CCAA, sociedades científicas, profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y entidades del tercer sector.
"Los sistemas sanitarios no tienen que girar en torno a la cronicidad, es la cronicidad lo que define los sistemas sanitarios. Para abordarla debemos tener claro que cronicidad es domicilio, es multiprofesionalidad, es integración sociosanitaria, es ciencia y evidencia, es estratificación, coordinación y orientación comunitaria. Todos estos valores se coordinan con el conjunto de un sistema sanitario que es el que tiene que dar respuesta", ha señalado Padilla.
La cronicidad se incrementa notablemente en las personas mayores de 65 años, entre quienes el 40 por ciento de los hombres y el 44 por ciento de las mujeres presentan dos o más enfermedades crónicas. Esta alta prevalencia no solo impacta en la calidad de vida individual, sino que también ejerce una presión creciente sobre el sistema sanitario.
Las enfermedades crónicas son responsables de aproximadamente el 80 por ciento del gasto sanitario público y generan entre el 70 por ciento y el 75 por ciento de las consultas en Atención Primaria. Además, se estima que cerca del 60 por ciento de las hospitalizaciones evitables están relacionadas con el manejo inadecuado de patologías crónicas como la EPOC, la insuficiencia cardíaca o la diabetes. La complejidad clínica de estos pacientes, que en muchos casos presentan multimorbilidad y situaciones de fragilidad, requiere un enfoque asistencial integral, continuado y centrado en la persona.
En el ámbito farmacológico, uno de los factores asociados a la cronicidad es la polimedicación, que afecta a más del 27 por ciento de las personas mayores de 65 años, alcanzando el 45 por ciento en residencias y entornos sociosanitarios. Entre 2021 y 2024, las acciones desplegadas desde el Sistema Nacional de Salud han logrado una reducción del 8 por ciento en la polimedicación innecesaria en mayores de 65 años. Asimismo, se ha registrado una mejora del 15 % en la adherencia terapéutica, lo que refleja avances en el seguimiento farmacológico, la conciliación terapéutica y la educación sanitaria.
SIETE LÍNEAS ESTRATÉGICAS PRIORITARIAS
El documento tiene siete líneas estratégicas prioritarias. La primera es la continuidad asistencial, en la que se impulsa la coordinación efectiva entre niveles asistenciales (Atención Primaria, hospitalaria, especializada, urgencias y atención domiciliaria), con protocolos compartidos, tecnologías interoperables y sistemas de información integrados.
En segundo lugar, la atención domiciliaria. Se refuerzan los programas estructurados de atención en el domicilio, incluyendo hospitalización a domicilio (HaD), seguimiento proactivo y telemonitorización. El objetivo es mejorar la accesibilidad y la autonomía del paciente, evitando ingresos innecesarios y permitiendo una atención personalizada en el entorno habitual de la persona.
En tercer lugar, la integración sanitaria y social. La estrategia apuesta por la coordinación operativa y funcional entre los servicios de salud y los servicios sociales, mediante el desarrollo de equipos mixtos y el uso de herramientas compartidas de evaluación y planificación. Esta línea es clave para garantizar respuestas coherentes ante situaciones de dependencia, fragilidad o exclusión.
El siguiente es la adecuación clínica que promueve una atención basada en la evidencia, orientada a la seguridad del paciente, el uso racional de recursos y la toma de decisiones compartidas. Incluye estrategias para la conciliación de la medicación, la reducción de prácticas clínicas inadecuadas y el seguimiento individualizado de pacientes polimedicados o en riesgo de descompensación.
Cuidados al final de la vida, es otra de las estrategias. Aquí se refuerzan los servicios y recursos orientados a cuidados paliativos, con un enfoque centrado en la dignidad, el bienestar y las preferencias de la persona. Además se contempla la mejora del acceso, la equidad territorial, la formación profesional y la incorporación de la atención paliativa en todos los niveles asistenciales.
En la estratificación poblacional se consolida el uso de herramientas como los Grupos de Morbilidad Ajustada del SNS (GMA-SNS) para segmentar a la población según su nivel de complejidad y riesgo. Esto permite orientar la planificación de recursos, la asignación proactiva de intervenciones y el diseño de itinerarios personalizados de atención, con mayor efectividad clínica y eficiencia organizativa.
Finalmente el empoderamiento de pacientes y participación ciudadana, aquí se amplían las estrategias para fomentar el autocuidado, la alfabetización en salud y la participación activa de pacientes y cuidadores. Se apoya la Red de Escuelas de Salud para la Ciudadanía y se promueve la implicación de las personas en sus decisiones clínicas y en la mejora continua de los servicios sanitarios, fortaleciendo la gobernanza participativa del sistema.
Además, el documento incorpora enfoques transversales en equidad, determinantes sociales, diversidad territorial y perspectiva de género, como ejes indispensables para garantizar una atención justa, adaptada y sostenible.