Publicado 13/09/2025 08:41

Tu manera de soportar el dolor dice más de ti que cualquier test de personalidad

Archivo - Migraña, dolor de cabeza
Archivo - Migraña, dolor de cabeza - PIXELSEFFECT/ ISTOCK - Archivo

   MADRID, 13 Sep. (EUROPA PRESS) -

   El dolor crónico no solo afecta al cuerpo, también transforma silenciosamente la manera en que pensamos, sentimos y nos relacionamos con los demás. Más allá de ser una experiencia física, el dolor parece entrelazarse con rasgos de nuestra personalidad y con la forma en que nos juzgamos a nosotros mismos; no solo duele, también pone a prueba y revela rasgos profundos del carácter.

¿Podría ser que la manera en que afrontamos el dolor hable más de nuestro carácter de lo que imaginamos? Un nuevo estudio de la Universidad Murdoch en Asutralia afirma que han descubierto que los factores psicológicos pueden desempeñar un papel crucial en la experiencia y el manejo del dolor crónico y, además, observarón que un poco de autocompasión puede ser de gran ayuda cuando se sufre de dolor crónico.

   Concretamemente, el estudio mostró que el dolor crónico estaba asociado con niveles significativamente más altos de perfeccionismo y niveles reducidos de autocompasión. "Realizamos este estudio porque, si bien se reconoce la asociación entre el estrés y el dolor, se sabe poco sobre los vínculos entre el dolor crónico y el estrés que surgen de las expectativas perfeccionistas", afirma el doctor Graeme Ditchburn.

   El estudio se llevó a cabo en dos partes, e involucró a 531 participantes de entre 18 y 65 años que habían informado tener un dolor crónico durante más de tres meses, que no era canceroso ni el resultado de un tejido de una herida reciente que aún estaba cicatrizando, y 515 individuos que no informaron tener ningún dolor.

DISEÑO DEL ESTUDIO Y POBLACIÓN PARTICIPANTE

    Las condiciones de dolor más prevalentes entre los participantes del estudio fueron dolor de espalda, migraña y artritis. "Quienes sufren dolor crónico pueden sentirse frustrados por las dificultades que les supone realizar actividades cotidianas y se esfuerzan por alcanzar objetivos poco realistas o inalcanzables", señala el investigador.

    "Además, también pueden sentir que los demás tienen expectativas que son difíciles de cumplir. La autocompasión puede reflejar miedo al juicio o a la autocrítica, percibiendo el dolor y la carga que este causa como culpa propia. Esto también tiene implicaciones negativas para la percepción de autoeficacia o la confianza en la propia capacidad", afirma.

    A su vez, añade, "estos tienen asociaciones tanto directas como indirectas con el estrés, lo que tiene consecuencias negativas para la salud física y mental". Así, los hallazgos sugieren que las intervenciones dirigidas a aumentar la autocompasión y abordar las tendencias perfeccionistas pueden ser beneficiosas para las personas que experimentan dolor crónico.

   El impacto físico y psicológico de una condición en un individuo puede variar dependiendo del tipo y número de condiciones de dolor, por lo que los investigadores sugieren que estudios futuros exploren si el tipo de condición y el grado de deterioro (según lo percibe el individuo y los demás) están asociados con el perfeccionismo, la autocompasión y la autoeficacia.

PERFECCIONISMO, AUTOCOMPASIÓN Y AUTOEFICACIA

Los resultados indican que las personas con dolor crónico presentan niveles significativamente más altos de perfeccionismo socialmente prescrito (SPP), lo que sugiere que sienten una presión externa por cumplir expectativas ajenas. Este hallazgo es consistente en ambos estudios y refleja cómo la percepción de juicio de los demás puede aumentar el estrés y el malestar psicológico en quienes sufren dolor crónico.

Por otro lado, los resultados sobre perfeccionismo auto-orientado (SOP) fueron más complejos: mientras que en el primer estudio no se encontraron diferencias entre los grupos con y sin dolor, en el segundo estudio, utilizando un instrumento diferente (APS-R), se observó un efecto moderado, lo que sugiere que la manera de medir el SOP influye en los hallazgos y que el perfeccionismo interno puede ser relevante, especialmente cuando está vinculado a expectativas altas de logro.

En relación con la autocompasión (SC), ambos estudios mostraron que las personas con dolor crónico tienen niveles más bajos que los individuos sin dolor. Esto indica que los pacientes tienden a ser más críticos consigo mismos y menos capaces de ofrecerse amabilidad durante momentos de dificultad, lo que puede amplificar la percepción del dolor y el estrés asociado. La autocompasión aparece así como un factor protector importante, y su déficit podría explicar por qué algunas personas con dolor crónico experimentan mayores dificultades para afrontar su condición de manera adaptativa.

Los resultados sobre la autoeficacia (SE) fueron mixtos. En el primer estudio no se encontraron diferencias significativas entre los grupos, mientras que en el segundo estudio, se observó que las personas con dolor crónico reportaban niveles ligeramente más bajos de autoeficacia. Esta discrepancia podría deberse a que la escala utilizada mide autoeficacia general y no específica en el contexto de la salud o del manejo del dolor. Aun así, las correlaciones indicaron que el SOP y la autocompasión se relacionan positivamente con la autoeficacia, mientras que el SPP se asocia negativamente, lo que sugiere que las percepciones de presión externa pueden minar la sensación de control personal y capacidad para manejar desafíos.

    En conjunto, las conclusiones del estudio refuerzan la idea central del modelo de desconexión social del perfeccionismo (perfectionism social disconnection model): la presión percibida por parte de otros y la autoexigencia pueden amplificar el estrés y afectar la salud psicológica de quienes sufren dolor crónico. Además, los hallazgos subrayan el papel de los factores protectores, como la autocompasión y la autoeficacia, que podrían ser objetivos clave para intervenciones terapéuticas.

Los autores sugieren que programas destinados a reducir el perfeccionismo y fortalecer la autocompasión y la autoeficacia podrían mejorar la calidad de vida y la gestión del dolor, destacando la necesidad de enfoques personalizados que consideren la interacción entre rasgos de personalidad y experiencias crónicas de dolor.

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