Dilma Rousseff y Aecio Neves, candidatos a la presidencia de Brasil
Foto: PAULO WHITAKER / REUTERS

RÍO DE JANEIRO, 24 Oct. (Notimérica) -

Brasil elige este domingo si continúa con las políticas de izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff o si opta por el cambio apoyando a Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña); los dos representan dos proyectos de país totalmente opuestos según remarcan constantemente los propios candidatos.

   La situación actual que vive Brasil se remonta a 1980, cuando Luiz Inácio Lula da Silva fundó el Partido de los Trabajadores (PT), que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores partidos de izquierda de América Latina. Lula lideró la oposición al ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB), y después de tres intentos, llegó al poder en 2002: empezaban los 12 años -por el momento- del PT en el poder.

   A partir de ahí, Lula, que pasó de líder sindical de la metalurgia a presidente, hizo reformas aperturistas en la economía y puso las bases de su política social, unificando los proyectos de su antecesor, Cardoso, y creando el que sería el buque insignia de su Gobierno, el 'Bolsa Familia', un programa de ayudas a las familias más pobres que ha sacado a millones de personas de la miseria.

   El segundo mandato de Lula coincidió con el mejor momento de la economía brasileña. En 2010, su último año de gobierno, el PIB creció un 7,5%, Brasil se convirtió en la octava economía mundial y además la comunidad internacional le premiaba con el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Una de las últimas buenas noticias llegaba hace poco: la ONU había eliminado a Brasil del mapa del hambre.

   Pero los buenos resultados en lo social se han visto ensombrecidos por graves casos de corrupción. El caso 'Mensalão' sacó a la luz la compra de votos de diputados a cambio de que apoyasen al Gobierno; provocó la caída y encarcelamiento de pesos pesados del PT y salpicó de cerca a Lula, que salvó su imagen acusando a sus colegas de partido de traición.

   Una situación similar, aunque no tan grave, ha vivido la actual presidenta con los escándalos en Petrobras, el buque insignia del Estado que han tenido un papel central en la actual campaña electoral. Si para muchos electores el PT era sinónimo de corrupción, casos como el de la 'Operación Lava Jato' -que entre otras cosas atribuye la supuesta entrega del 3% de los beneficios de una trama corrupta al partido- no hacen más que reforzar esa percepción.

   El mandato de Rousseff, en el poder desde el 1 de enero de 2011, ha sido más complejo que los de Lula por el efecto de la crisis internacional. A pesar de que Brasil cuenta con la tasa de paro más baja de historia -5%- la inflación está disparada y el país entró en recesión técnica en el primer semestre, aunque la economía ha vuelto a crecer levemente en los últimos meses.

   Sin embargo, la sensación de cansancio de buena parte de la sociedad cristalizó con las multitudinarias protestas de junio de 2013. Millones de brasileños salieron a la calle criticando el alto coste y la mala calidad del transporte público, pero también de otros servicios responsabilidad del Estado, como la sanidad y la educación. Las quejas se hicieron extensibles a toda la clase política y la popularidad de Rousseff tocó fondo: en aquellos días tan sólo un 30% aprobaba su gestión, según una encuesta de Datafolha.

LA OBSESIÓN POR EL VERBO CAMBIAR

   Desde entonces, tanto Rousseff como el candidato opositor Aécio Neves saben que la voluntad de cambio de la sociedad brasileña -'mudança', en portugués- está en el aire. Neves está al frente de una coalición llamada 'Muda Brasil' y desde que se hizo con el apoyo de Marina Silva se presenta como el abanderado del cambio que, en su opinión, necesita el país. Pero Rousseff y su equipo también quieren rentabilizar la palabra de moda.

   Uno de sus eslóganes es 'Muda Mais' ('Cambia más'), incidiendo en la idea de que Brasil tiene que continuar en la senda de reformas que permitan reducir las desigualdades. Para las reticencias de quienes creen que una nueva victoria del PT traerá más de lo mismo el equipo de Rousseff lanzó el mensaje 'Gobierno nuevo, ideas nuevas'.

   Sin embargo, las propuestas de futuro han estado prácticamente ausentes en la campaña del PT, más centrada en defender el legado de los últimos años. Tampoco Neves ha detallado su programa, aunque ha subrayado en varias ocasiones que mantendrá programas del PT, como el 'Bolsa Familia' y el 'Mais Médicos', que tiene como propósito llevar médicos a áreas rurales con escasa asistencia sanitaria.

   Neves ha hablado en numerosas ocasiones de la necesidad de un Estado eficiente, que recupere la confianza de los mercados y estimule la inversión. Pretende dotar de "autonomía operacional" al Banco Central, simplificar los impuestos y que el PIB vuelva a crecer entre un 4% y un 5%. Con su receta liberal, es el favorito de la clase empresarial.  En uno de los  últimos mítines de la campaña, el ex presidente Lula le atacó proclamando que los electores tendrán que elegir "entre el candidato de los banqueros o la candidata de los brasileños".

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