Actualizado 02/07/2013 19:39

Ambicioso proyecto energético en Perú, una carrera de obstáculos para Humala


LIMA, 2 Jul. (Reuters/EP) -

- Ollanta Humala quiere pasar a la historia como el presidente que concrete un proyecto energético y petroquímico de 11.500 millones de dólares que garantice el vigoroso crecimiento económico de Perú.

Pero es cada vez más probable que deje el poder en el 2016 sin haber cortado la cinta del anhelado plan que ya tropezó con demoras en su licitación, con temores de suministro de gas y hasta con la amenaza de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso.

La licitación de un gasoducto de unos 4.000 millones de dólares proyectado desde los yacimientos de los Andes hasta la sureña región de Moquegua en el Pacífico será recién adjudicada a fines de este año o el próximo.

Y la empresa brasileña Braskem, que planifica desde hace un par de años la construcción de una petroquímica de 3.500 millones de dólares, todavía no sabe exactamente dónde levantaría la planta.

"El proyecto jamás va a llegar para el 2016. No hay forma de que llegue", dijo a Reuters un funcionario de alto rango del Gobierno con amplio conocimiento del sector y que pidió no ser identificado porque no está autorizado a hablar sobre el asunto.

"Cualquiera de estas cosas toma cinco años en desarrollarse", enfatizó.

El proyecto incluye además la construcción de varias termoeléctricas por un total de 4.000 millones de dólares para reforzar el vulnerable sistema eléctrico de Perú, un país que crece a una de las tasas más altas de Latinoamérica y donde grandes minas con un alto consumo de energía comenzarían a producir en el próximo quinquenio.

También apunta a crear el primer polo petroquímico de la costa del sur del Pacífico para dar valor agregado a las ingentes reservas peruanas de gas natural y diversificar una economía fuertemente dependiente de la minería, sector que aporta un 60 por ciento de los ingresos por exportaciones y expone al país a la volatilidad de los precios internacionales.

Retrasos como el evidenciado en este plan podrían ensombrecer el clima de negocios en Perú, donde analistas destacan una caída de la confianza empresarial en los últimos meses debido a que un conjunto de proyectos está paralizado, en parte por trabas burocráticas que el Gobierno prometió resolver.

También suponen un golpe para Humala, un militar retirado nacionalista de 51 años que prometió gas para impulsar el desarrollo del empobrecido sur de Perú.

"Hay que tener ganas", dijo a Reuters el director de Braskem para Sudamérica, Sergio Thiesen. "No basta hablar, tienes que hacer", acotó.

"Perú tiene una oportunidad única: está situado en un centro consumidor y tiene materia prima", añadió el ejecutivo de la empresa que proyecta construir una planta de 1,2 millones de toneladas anuales de polietileno para abastecer no sólo a Perú sino también a Chile y a Colombia.

"SANGRE, SUDOR Y LAGRIMAS"

Cuando se le consultó en una entrevista el año pasado qué proyecto quiere dejarle a Perú, Humala respondió sin titubear: "El desarrollo petroquímico".

"Si de todos los proyectos me das a escoger uno, este proyecto sería el que quisiera que sea recordado", remató.

Pero recientemente Humala ha tenido que moderar su optimismo. Apenas diseñar el esquema de financiamiento del gasoducto, dijo, ha costado "sangre, sudor y lágrimas".

Humala tiene aún tres años para sacar adelante su ambicioso proyecto. Sin embargo, expertos del sector advierten que difícilmente el ducto será construido en ese plazo y estiman que la primera petroquímica estaría lista recién en el 2018.

Algunos dicen que el plan ha sido politizado para ganar el apoyo de los votantes en el sur de Perú y tendría en realidad más sentido instalar la planta petroquímica en un polo termoeléctrico que ya existe en el centro de la nación y tiene garantizado el suministro mediante el único gasoducto existente en el país.

"(El Gobierno) lo ha convertido en un tema político", dijo el funcionario de alto rango con conocimiento del proyecto. "No está bien planteado, no es coherente, va a duplicar el gasto", argumentó.

INTERESADOS Y OPTIMISTAS

Pero al menos hay compañías interesadas.

El gigante brasileño de la ingeniería Odebrecht -la matriz de Braskem- tiene en su mira la construcción del gasoducto y posiblemente también de una de las termoeléctricas previstas.

"Es el proyecto más completo y de mayor dimensión hoy en América Latina. No estamos hablando de un proyecto de un gasoducto, sino de un proyecto de desarrollo integral", dijo Marcelo Odebrecht, el presidente ejecutivo del grupo, en una reciente entrevista con Reuters.

Las autoridades han dado muestras de impaciencia. Inicialmente asignaron a Odebrecht la construcción del gasoducto, pero a mediados del 2012 retiraron un crédito puente para financiarlo aduciendo retrasos.

El ducto es la espina dorsal de todo el proyecto, vital para llevar electricidad hasta una región que alberga desarrollos de grandes mineras como Freeport-McMoran y Southern Copper. El sur de Perú recibe actualmente casi toda su energía de un polo en el centro del país.

La tubería de unos 1.000 kilómetros volverá a ser licitada en el 2013 con la participación de al menos otras tres compañías internacionales, dijo a Reuters el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino.

"Estamos viendo con entusiasmo que hay empresas interesadas en participar", dijo el ministro, subrayando que la demanda del polo energético y petroquímico convierte al gasoducto en un proyecto "atractivo" y "autosostenible".

Sin embargo, parece haber cierta confusión sobre la fecha de la licitación. El jefe de la agencia estatal a cargo del proceso dijo recientemente que el concurso será realizado en el 2014.

Odebrecht aparece nuevamente entre los favoritos, dijeron fuentes del Gobierno.

MAS NUBARRONES

Y no es el único obstáculo. El proyecto amenaza con ser demorado también por la presencia de Sendero Luminoso en la zona central de Perú donde está situado Camisea, un gigantesco campo con reservas probadas de unos 12,7 TCF (billones de pies cúbicos, en castellano) de gas que será la principal fuente de abastecimiento del polo petroquímico y termoeléctrico.

Otra parte del suministro provendría de un lote cercano a Camisea que está en manos de la brasileña Petrobras, pero que aún se encuentra en fase de exploración.

Humala ha intensificado la seguridad en la zona, pues un atentado rebelde contra el gasoducto existente hasta el centro de país afectaría temporalmente la generación de la mitad de la electricidad que consume Perú.

El Gobierno dice que la nueva tubería para el sur ayudaría precisamente a reforzar la seguridad energética, permitiendo la construcción de las termoeléctricas que agregarán 2.000 megavatios a la red nacional.

Perú tiene una capacidad efectiva de generación de unos 6.500 megavatios con un margen de reserva operativo de apenas un 13 por ciento, un tercio de lo recomendable.

Complicando la ecuación, el proyecto petroquímico tiene otras vallas que superar.

Braskem ha dicho que no puede avanzar hasta que arranque la construcción del gasoducto y se haya asegurado un suministro de etano para fabricar los productos petroquímicos.

Las negociaciones para el suministro de gas amenazan con ser complicadas. Aunque el ex presidente Alan García promulgó una ley que obliga a las empresas a vender 1 TCF de gas para abastecer al plan petroquímico, expertos advierten que es poco y además legalmente cuestionable.

"Las empresas pagan sus regalías y son dueñas del producto, entonces uno no puede con una ley obligarlas a venderlo", dijo Carlos Herrera, quien fue ministro de Energía y Minas en el inicio del Gobierno de Humala. "Lo que uno tiene que hacer es negociarlo", añadió a Reuters.

Según una ley aprobada el año pasado, la estatal Petroperú tiene la responsabilidad de negociar con los proveedores de etano, conversaciones que de acuerdo al ministro Merino ya están en marcha.

"Ese también es un tema", dijo Thiesen, el gerente de Braskem para Sudamérica. "Petroperú tiene que tener ganas de hacerlo y hacerlo rápido", advirtió.

Además de abastecer a Perú, Braskem pretende exportar sus productos petroquímicos a otros países bañados por el Pacífico como Colombia, Ecuador y Chile. Thiesen calcula que la región podría consumir 2 millones de toneladas de polietileno en el 2020.

Y por si todo eso fuera poco, el sueño de Humala arriesga a ser empañado además por nuevos cambios en el panorama gasífero mundial.

Estados Unidos, antes visto como un potencial mercado para los petroquímicos peruanos, pasó recientemente a convertirse en exportador tras el hallazgo de reservas de gas de esquisto o no convencional.

El descubrimiento hundió en más de un 50 por ciento a los precios del gas natural en los últimos cinco años en el punto Henry Hub, un referencial estadounidense, y dejó en el aire los dos primeros proyectos petroquímicos de Perú.

La estadounidense CF Industries congeló planes para construir una planta de 2.000 millones de dólares en el centro de Perú.

Y Nitratos del Perú -controlada por el grupo peruano Brescia y el chileno Sigdo Koppers-, lleva años negociando con el consorcio Camisea un contrato de suministro que viabilice su proyecto de más de 1.000 millones de dólares en el país.

"Para hacer una inversión de esa envergadura nos tenemos que asegurar que podamos competir con Estados Unidos", dijo a Reuters el jefe de Nitratos del Perú, Geir Skarstein.

El tiempo apremia para Humala, que aún tiene al menos la oportunidad de ser recordado por despejar los principales obstáculos del proyecto... aunque la gloria se la lleve el próximo gobierno.