Actualizado 11/09/2009 02:00

COLUMNA-Aquí yace el Gran Consumidor Estadounidense: James Saft

Por James Saft

HUNTSVILLE, EEUU (Reuters/EP) - Descansa en paz, Gran Consumidor Estadounidense. No veremos a otros como tú.

Dejando a un lado el "efectivo por chatarra", los consumidores parecen estar empeñados en pagar sus deudas en lugar de acumular nuevas, un cambio que si se sostiene, como parece serlo, estancará el crecimiento de Estados Unidos no por meses, sino por años, y no sólo en Estados Unidos.

Los préstamos en circulación en manos del consumidor estadounidense cayeron en julio en la pasmosa cifra de 21.600 millones de dólares según datos difundidos esta semana por la Reserva Federal, cinco veces más de lo que esperaban los analistas y la segunda mayor caída mensual desde la Segunda Guerra Mundial.

Los préstamos otorgados en junio fueron revisados a la cifra negativa de 15.500 millones de dólares desde lo que ya era una impresionante cifra de menos 10.300 millones de dólares.

En el último año, los préstamos en circulación al consumidor han caído un 4,2 por ciento, o casi 110.000 millones de dólares, colocando ahora el total por debajo de lo que era antes de que comenzara la crisis en el 2007.

A largo plazo, esto es exactamente lo que debe suceder. Con el patrimonio familiar duramente golpeado por el desplome del sector vivienda y el mercado de acciones, las hojas de balance se han estirado. Y con una enorme generación de la pos guerra en edad de retiro, el gasto y el préstamo van directo a achicarse.

La cuestión realmente es qué tan afianzada estará la tendencia hacia la nueva frugalidad.

"Recuerdos de deuda son imborrables. La generación que creció en los años 1920 y 1930 estuvo inquieta de endeudarse ya que había experimentado -y sus padres- dos periodos de deflación", dijo el economista Gabriel Stein de Lombard Street Research en una nota a los clientes.

"Estamos ahora en otro periodo de repagar deuda y de deflación. La creencia de que las familias estadounidenses olvidarán el 2007-2009 y comiencen a pedir préstamos y gastar como lo hicieron a principios de los años 2002 es fantasioso, por decir lo menos", dijo.

Por años, el mantra de Wall Street era "no apuesten contra el consumidor estadounidense", una criatura tan fabulosamente resistente que parecería casi súper humana.

Guerras y recesiones hicieron poco por frenar el consumo y la deuda que creció con ello. Incluso los ataques del 11 de septiembre vieron un mes saludable en el crecimiento de préstamos luego de los atentados.

Industrias enteras, ahora desaparecidas, pronosticaban que los estadounidenses continuarían pidiendo préstamos y gastando. Es un exageración, aunque pequeña, decir que la economía global se basaba en el consumo estadounidense, que a su vez se basaba en los prestamos al consumidor.

LA NUEVA FRUGALIDAD

Es indudablemente cierto que prestatarios de todo tipo hacen más difícil obtener créditos. Pero hay cierta evidencia de que los individuos están cambiando sus preferencias.

Buena parte del efectivo por la entrega del dinero del estímulo a principios de este año se destinó a pagar deudas en lugar de gastarlo en el consumo.

Un sondeo de Gallup que preguntó a los estadounidenses cuánto dinero habían gastado en el último día, sin incluir grandes compras y cuentas normales de familias, marcó 63 dólares en la medición más reciente, una baja desde más de 100 dólares hace un año.

Ahora, ante las circunstancias, esa reducción debe ser exagerada. Si el consumo ha caído en esa magnitud, estaríamos en una depresión y no debatiendo la fortaleza de una recuperación.

Pero claro que el sondeo Gallup es un autoinforme y yo estaría dispuesto a apostar que la agente está ahora exagerando la frugalidad en que viven, cuando antes habrían exagerado las cantidades que gastaban.

Eso por sí mismo es una medida importante de la tendencia social. Antes uno quería que la gente agradable de Gallup pensara que uno era un derrochador de dinero y ahora probablemente quieren que lo vean como un ahorrador.

Gallup también observó los datos por grupos generacionales y halló que no era sólo los que habían llegado o se aproximaban a la edad de retiro los que recortaban los gastos que reportan. Las llamadas generaciones Xers y del Milenio, que siguieron a la generación de la posguerra en la fuerza laboral, también recortan sus gastos en una escala similar.

Pero el tema no es la tasa de ahorro sino la porción de ahorro al compararse con los pasivos. Mientras que es razonablemente posible recortar el gasto a fin de incrementar la tasa de ahorro, eso es muy diferente a estar en una sólida posición financiera.

Si los consumidores estadounidenses recortan la deuda tan rápido como lo hicieron las corporaciones japonesas en los años 1990, tomaría hasta el 2018 llevar sus deudas al 100 por ciento del PIB desde los máximos recientes del 130 por ciento, según un estudio de la Reserva Federal de San Francisco.

Si la tendencia en el préstamo al consumidor continúa, no pasará mucho tiempo antes de que la conversación retorne al estímulo, el alivio cuantitativo y una recaída para la economía de Estados Unidos.

(Al momento de la publicación, James Saft no era propietario de inversiones directas de valores mencionados en este artículo. Podría tener participación indirecta como inversionistas de un fondo)