Mexico's president-elect Andres Manuel Lopez Obrador gestures during a news conf
REUTERS / HENRY ROMERO
 

   CIUDAD DE MÉXICO, 28 Ago. (Notimérica) -

   Han sido dos las elecciones que han removido hasta los cimientos al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), firmado por Estados Unidos, Canadá y México en 1992 y cuya puesta en vigor, en 1994, significó la apertura de un área de libre comercio en Norteamérica con grandes incentivos en el intercambio de bienes entre los tres países.

   Sin embargo, y como consecuencia de la disparidad y desigualdad entre los tres países firmantes --en especial entre Estados Unidos y Canadá con respecto a México--, los beneficios han sido mayores para unos más que para otros. Paradójicamente, fue el entonces candidato a presidir Estados Unidos, Donald Trump, quien con su política nacionalista puso sobre la mesa todo o que México se beneficiaba a costa de su país, lo que sembró la semilla de un posible cambio en el tratado.

   Su llegada a la Presidencia estadounidense vino acompañada de serias amenazas de derogación y de la renegociación de la relación entre las tres naciones durante 13 largos meses, aunque sin conseguir muchos frutos. Pero, el pasado 1 de julio todo cambió nuevamente y las conversaciones tomaron un vertiginoso ritmo que este lunes ha coronado en un preacuerdo entre los estadounidenses y los mexicanos, dejando por el momento de lado a Canadá.

   "Nos vamos a librar de ese nombre [NAFTA]", dejaba claro este lunes Trump en la Casa Blanca, asegurando que "lo vamos a llamar el Acuerdo Comercial Estados Unidos-México". La enemistad entre el presidente canadiense Justin Trudeau y Trump ha alejado aún más a los dos Estados, tanto que podría romperse por completo la alianza entre las tres naciones, algo apoyado tanto por Estados Unidos como México. Hace escasas horas, el canciller mexicano, Luis Videgaray, anunciaba que "México tendrá tratado de libre comercio independiente de aquellas variables que no podemos controlar".

reuters

   ¿Por qué tanta urgencia? ¿Por qué dar el brazo a torcer tan rápido después de tantos meses de negociación? Una vez más, el motivo tiene nombre propio: Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El nuevo presidente electo de México levanta cierta simpatía en Trump, lo que podría haber sido un punto a favor para conseguir finalmente un consenso entre ambos. Al mismo tiempo, la necesidad por parte del actual gobierno de México, liderado por Enrique Peña Nieto, de mantener un acuerdo de este tipo con Estados Unidos --dada la línea política que AMLO pretende llevar a cabo--, podría haber sido igualmente un aliciente.

   Sin embargo, la llegada de AMLO también ha sido beneficioso para el acuerdo. La flexibilidad con la que el mandatario electo pretende negociar con Estados Unidos. De hecho, Enrique Peña Nieto ha destacado el papel de López Obrador y su equipo en el acuerdo: "Reconocer la disposición del gobierno electo para que personas designadas por quien ha resultado ser presidente electo de México, fueran parte observadora de este proceso y nos permitiera hacer un frente común como nación", ha afirmado Peña Nieto.

   La presión de las empresas estadounidenses por la presión que China está ejerciendo en la región debe tenerse asimismo en cuenta. El cese de relaciones comerciales entre El Salvador y Taiwan para primar la llegada de empresas chinas al país centroamericano ha sido, además de criticado severamente por Estados Unidos, una nueva muestra de la fuerza con la que el gigante asiático tiene previsto asentarse en América Latina, haciendo competencia directa a Estados Unidos.

   Las líneas maestras que componen el nuevo acuerdo se centran principalmente en materia automovilística. Se establece que para la exportación libre de aranceles el 75 por ciento del vehículo haya sido producido por partes en los países que conformen el tratado, así como que entre el 40 y el 50 por ciento del automóvil sea realizado por trabajadores cuya remuneración sea de 16 dólares la hora como mínimo. Este último requisito tratará de evitar la deslocalización de fábricas a zonas de bajo coste en México, recoge 'El País'.

   Asimismo, el acuerdo deberá ser revisado cada seis años y su vigencia será de 16, acogiéndose los derechos laborales a las normas y prácticas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Más noticias