Actualizado 10/06/2016 10:23

Desafíos para México y Pemex ante la bajada de los precios del petróleo

Desafíos para México y Pemex ante la bajada de los precios del petróleo
REUTERS

   Por Iván González Sarro*, investigador del Instituto Universitario de Estudios Latinoamericanos (IELAT), de la Universidad de Alcalá (UAH).

   MADRID, 15 Mar. (Notimérica) -

   Cuando el 2 de diciembre de 2012 se firmó el 'Pacto por México' entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que acababa de regresar al poder con la victoria del candidato Enrique Peña Nieto, y las otras dos fuerzas políticas de mayor representación --Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD)-- nadie hubiera pensado que la coyuntura iba a cambiar tanto apenas dos años después.

   Los noventa y cinco compromisos incluidos en el Pacto "moverían a México" y "transformarían el país", logrando la democratización de la economía y la política, así como la ampliación y aplicación eficaz de derechos sociales, al mismo tiempo que el país crecería a tasas del 5 por ciento.

   Uno de los ejes centrales del Pacto era el impulso de una Reforma Energética que convirtiera "a ese sector en uno de los más poderosos motores del crecimiento económico a través de la atracción de inversión, el desarrollo tecnológico y la formación de cadenas de valor". En el marco de esta Reforma, en el área de petróleo y gas se contemplaba, como compromiso 55, "transformar a PEMEX en una empresa pública de carácter productivo, que se conserve como propiedad del Estado pero que tenga la capacidad de competir en la industria hasta convertirse en una empresa de clase mundial".

   Una vez más, el petróleo y PEMEX se convertían en el motor económico de México, como lo habían venido siendo desde que el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretara la nacionalización de la industria petrolera el 18 de marzo de 1938. Esto supuso la expropiación de las dieciséis empresas petroleras estadounidenses y británicas que operaban en México y la configuración del monopolio estatal del petróleo, creándose Petróleos Mexicanos (PEMEX) en el mes de junio de ese año; comenzando así una nueva historia para el petróleo en este país, autónoma, sin participación directa de las empresas extranjeras, sometido únicamente al control del Estado mexicano.

   Durante las siguientes décadas, la producción petrolera iría aumentando paulatinamente contribuyendo durante los años del "desarrollo estabilizador" al "milagro mexicano". Sin duda, la economía mexicana vivió un gran momento entre los años cuarenta y finales de los sesenta gracias al petróleo. Lo que se había planeado desde la expropiación comenzaba a dar sus frutos.

   Tras el descubrimiento de nuevos yacimientos en 1971, las explotaciones de los yacimientos marinos de Cantarell y del pozo Maalob 1, México solo tenía que "administrar la abundancia" en palabras del presidente Luis Echevarría. Pero, la caída del precio mundial del crudo desde 1981 redujo de forma considerable los ingresos previstos en divisas. Esto llevó al gobierno de López Portillo a tener que endeudarse hasta alcanzar 57.000 millones de dólares a finales de 1981. La política económica contracíclica del gobierno de Ronald Reagan elevando las tasas de interés, afectando el coste de los créditos, pondría el resto para desencadenar la "crisis de la deuda" de 1982, y la consecuente "década perdida".

   El petróleo también intervino en otro de los momentos cumbre de la historia mexicana: la firma del TLCAN/NAFTA en 1994, el "instrumento para ingresar por la puerta grande de Estados Unidos al Primer Mundo". Y es que parece no haber duda de que los objetivos del gobierno estadounidense con la firma del NAFTA fueron, esencialmente, de carácter geoestratégico (strategic trade policy) y geoeconómico tales como: asegurar un creciente acceso al petróleo de México --este país representaba una de las cinco principales fuentes de abastecimiento de petróleo--. Después vendría la "crisis del tequila" y la imposición por parte de Estados Unidos de un depósito de 7.000 millones de dólares anuales por concepto de exportación de petróleo en un banco estadounidense como garantía del pago de la deuda externa. Además, se tuvieron que hacer recortes drásticos de gastos, teniendo en cuenta que entonces el cuarenta por ciento de los ingresos del Estado mexicano provenían del sector petrolero. Más adelante, se produciría el giro rotundo del año 2000, con la entrada del PAN y Vicente Fox (2000-2006) en la presidencia del gobierno, hasta llegar a Peña Nieto y el 'Pacto por México'.

   Al mismo tiempo que el petróleo se consolidaba como elemento determinante no solo para la economía y las finanzas públicas mexicanas, también como factor decisivo para la balanza comercial y las relaciones con el exterior, en particular con los Estados Unidos, PEMEX lo hacía como una empresa pública descentralizada del gobierno federal "que explota industrialmente recursos naturales nacionalizados", con la función principal de sostener las finanzas públicas. Y en estas coordenadas de descentralización, parece que la corrupción ha estado muy ligada a la misma. La descentralización se ha enarbolado como bandera para disimular o maquillar episodios de corrupción dentro de la empresa, apuntan algunos. Pero, al margen de los posibles componentes de corrupción, lo cierto es que la dependencia excesiva de los ingresos petroleros por parte de la Hacienda pública mexicana ha hecho de PEMEX una empresa particularmente vulnerable ante la caída de los niveles de producción o cualquier otro factor que afecte al sector petrolero.

   Por ello, la brusca caída de los precios del petróleo que comenzó a finales de 2014 --que hay que "leerla" en clave económica, pero fundamentalmente geopolítica, y que no puede disociarse del aumento de la producción (desde 6 millones de barriles diarios en 2004 a 11,6 millones en 2014) y reservas de Estados Unidos debido a la técnica no convencional del fracking así como al considerable incremento de la oferta de la OPEP, particularmente de Arabia Saudita, el principal productor de petróleo de la organización, que, ignorando su techo de producción, ha "inundado" los mercados con su crudo-- y que ha llevado a las principales mezclas de referencia a sus peores niveles desde hace bastantes años, ha enfrentado a PEMEX y a México al desafío de un futuro con mucha incertidumbre.

   Para PEMEX, esta caída de precios ha supuesto un recorte de 100.000 millones de pesos en su presupuesto para este año, tras una reducción de 62.000 millones de pesos en el año 2015. Esto añade problemas a su complicada situación financiera, con una sobrecarga de deuda. Su producción está disminuyendo. La empresa registró las mayores pérdidas de su historia en 2015 (casi 30.000 millones de dólares). En ese año "recortó" 11.000 empleos de sus 150.000 empleados, y prevé otro recorte para este año de 10.000 empleados más. Para afrontar esta situación se ha nombrado a un nuevo director el pasado mes de febrero. Realmente la empresa tiene muy difícil el futuro con esta coyuntura de precios. Y la Reforma Energética se antoja complicada. Ésta ya había culminado el tramo legislativo y el Ejecutivo mexicano esperaba inversiones multimillonarias. Pero el resultado ha quedado bastante lejos de las expectativas.

Para México, el optimismo, casi triunfal, con que Peña Nieto inauguró su mandato con el Pacto de México se ha tenido que ir suavizando obligatoriamente ante la realidad de la dependencia de un tercio de su presupuesto estatal de los ingresos petroleros en el año 2014, reducida a un quinto en 2015, sumada a la disminución de la producción por parte de PEMEX. De momento, México ha tenido que reducir el gasto --9.000 millones de dólares en el presupuesto de 2015 y otros tantos en el de 2016--. Este recorte en los gastos, sin duda, terminará afectando a los programas sociales, como Prospera, y consecuentemente a las familias de menos ingresos. El impacto negativo sobre el PIB de la menor producción petrolera de PEMEX ha sido de 0,4 puntos porcentuales. El PIB de México creció un 1,4 por ciento en 2013; 2,1 por ciento en 2014 y 2,5 por ciento en 2015, lejos de ese 5 por ciento establecido en el 'Pacto'.

Pero, en todo este contexto, lo más relevante podría resumirse en la cuestión ¿Qué posibilidades de futuro se plantean para los mexicanos?, máxime si, como vaticinan algunos analistas, la caída de los precios del crudo no se va a revertir a corto plazo y puede prolongarse bastante tiempo, porque lo que realmente persiguen Arabia Saudita e Irak es un cambio estructural en los mercados internacionales. De momento, no hay una señal clara de que el precio vaya a recuperarse. Los Estados no sufren, son las personas las que padecen los impactos de las coyunturas desfavorables y las políticas de los gobiernos.

*Iván González Sarro es Investigador del IELAT, UAH. Licenciado en Historia y 'Máster en América Latina y la Unión Europea: una cooperación estratégica' y doctorado de la UAH (IELAT) en el Programa de Doctorado 'América Latina y la Unión Europea en el Contexto Internacional' y de l'Université Fédérale Toulouse Midi-Pyrénées, Université Toulouse - Jean Jaurès. Autor de varios trabajos en publicaciones especializadas y ponente en Congresos internacionales, González orienta sus líneas de investigación a los temas de economía política, crisis económica, desigualdad, política fiscal y gasto público y geopolítica.