Publicado 13/11/2013 20:32

Devastador tifón expone la mala preparación de Filipinas ante los desastres

Por Andrew R.C. Marshall

TACLOBAN, Filipinas, 13 nov, 13 Nov. (Reuters/EP) -

- Cadáveres atiborran el sótano del Centro de Convenciones de la Ciudad de Tacloban y los evacuados en el vestíbulo del centro son en su mayoría mujeres y niños. Faltan los hombres.

Que haya tan pocos hombres en el refugio muestra lo poco conscientes que estaban de la amenaza del tifón Haiyan, que asoló la región central de Filipinas el viernes, con algunos de los más poderosos vientos jamás registrados.

Muchos hombres se quedaron en sus casas para protegerlas de saqueadores. La mala supervisión de las evacuaciones aumentó el problema. Y los cuerpos ilustran otra verdad, más perturbadora: el mismo centro de evacuación se convirtió en una trampa mortal.

Muchas de las personas que se apiñaban en el sótano perecieron en un remolino de agua, muy parecido a un tsunami.

Aquellos que tuvieron el sentido común de dejar sus endebles viviendas en la costa se refugiaron en estructuras de concreto que no fueron lo suficientemente sólidas para soportar las marejadas de seis metros de altura que barrieron Tacloban, capital de la provincia de Leyte, la más golpeada.

La ayuda, cuando llegó, fue lenta. Agencias extranjeras de ayuda dijeron que los recursos habían sido usados al máximo tras un fuerte terremoto en la provincia de Bohol el mes pasado y los desplazamientos provocados por las luchas con los rebeldes en el sur del país.

Los filipinos, no ajenos a los desastres naturales, no estaban preparados para la furia de Haiyan.

ADVERTENCIAS DESATENDIDAS

Funcionarios locales dijeron que sólo en Tacloban murieron 10.000 personas, pero el presidente Benigno Aquino dijo a CNN que la cifra de muertos por el paso del tifón era de 2.000 a 2.500 personas.

Dos días antes de que llegara la tormenta, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja había pronosticado un tifón "peligroso" con vientos de 240 kilómetros por hora avanzando hacia Leyte y Somar, las dos provincias más devastadas.

Las advertencias son transmitidas regularmente en televisión y en las redes sociales. Más de 750.000 personas en el centro del país fueron evacuadas.

Sin embargo, algunos hicieron oídos sordos a las advertencias.

"Algunas personas no nos creyeron porque estaba muy soleado", dijo Jerry Yaokasin, funcionario de la alcaldía de Tacloban. "Algunos incluso se reían".

La entrega de ayuda a los sobrevivientes también ha sido caótica.

Los trabajadores de grupos internacionales de ayuda dicen que han tenido problemas para llevar equipo y personal usando aviones militares del país, ya que la prioridad del Gobierno es el envíos de soldados, debido a los saqueos ocurridos el fin de semana.

En el centro de convenciones, los trabajadores médicos están tratando a los evacuados, atendiendo laceraciones y otras heridas. Pero muchos se quejan de la falta de alimentos y de la mala higiene.

"La gente no quiere venir aquí porque tienen miedo de que sus niños se enfermen", dijo Melody Mendoza de 27 años.

"LOS PREPARATIVOS NO FUERON SUFICIENTES"

Con tan poca ayuda, las personas aún van hacia el aeropuerto de Tacloban, donde cientos de personas aguardan la oportunidad de viajar a Cebú o a Manila.

"Parece que las agencias del Gobierno local no lograron movilizar a funcionarios para que realicen evacuaciones forzadas a terrenos más altos y seguros", dijo Doracie Zoleta-Nantes, experta en desastres de la Universidad Nacional Australiana en Camberra.

Los tifones son un fenómeno frecuente en Filipinas. Haiyan fue el segundo tifón de categoría 5 en tocar tierra este año tras el paso de Usagi en septiembre.

Cada año, un promedio de 20 tifones toca tierra y Haiyan fue el número 24 de este año.

Zoleta Nantes, que nació en Filipinas, dijo que pese a los esfuerzos para fortalecer la gestión de desastres desde 2010, "el Gobierno filipino mantiene un enfoque reactivo ante los desastres".

"No nos preparamos para el colapso en las funciones locales", reconoció Lucille Sering, secretaria de la Comisión de Cambio Climático.

Más de 30 países han prometido ayuda, pero la distribución se ha encontrado con caminos colapsados y el desconcierto en pueblos que han perdido a sus líderes.

Ruben Guinolbay, mayor del ejército filipino, dijo que la ayuda internacional y de agencias se demoró por la falta de información clara. El Gobierno de Tacloban fue barrido por la tormenta. Muchos funcionarios están muertos, desaparecidos o muy abrumados por el dolor como para trabajar.