Actualizado 21/11/2015 09:30

El 'hacedor de colas', la profesión de algunos venezolanos

   CARACAS, 21 Nov. (Notimérica) -

   La imagen de cientos de venezolanos haciendo colas en supermercados para conseguir bienes de primera necesidad se ha convertido ya en una imagen habitual en el país.

   Pero como siempre, los seres humanos sacan partido de las situaciones difíciles y, desde hace tiempo, algunos venezolanos se dedican a trabajar como "hacedor de colas".

   "Es un poco fastidioso, pero no es una mala manera de ganarse la vida", comentaba a principios de este año a Reuters cuando apenas amanecía Luis, un hombre de 23 años que prefirió reservar su apellido, mientras esperaba en una fila muy cerca de la entrada de un supermercado estatal.

   Luis estaba desempleado cuando empezó a trabajar como "hacedor de colas" a finales del año pasado. Cobra 600 bolívares por cada puesto que cede, un monto equivalente a 95 dólares a la tasa de cambio oficial más baja en Venezuela, pero apenas 3,50 dólares si se calcula al precio del dólar en el mercado negro.

    Puede hacer fila dos o tres veces al día. "Viene una señora a las 8 de la mañana a tomar este puesto. Ya me pagó", comenta sin temor a los gestos de desaprobación de quienes lo rodeaban.

   El fenómeno de las largas colas en el país petrolero empezó hace algo más de dos años, pero se acentuó en enero de 2015, después de que la temporada navideña exacerbara los problemas de distribución y producción de bienes básicos, dejando fallas en las existencias de productos desde pañales, hasta carne y champú o detergente.

   Los opositores del presidente Nicolás Maduro y de su predecesor Hugo Chávez, quien condujo al país entre 1999 y el 2013, afirman que el modelo socialista es el culpable de la continua escasez y de la recesión en la que entró la economía petrolera en 2014, incluso antes de la caída de los ingresos por el desplome de los precios del crudo.

   Sin embargo, el Gobierno alega que las caóticas escenas en los supermercados y farmacias en el país son producto de las compras nerviosas por rumores infundados de caos y por los empresarios inescrupulosos que acaparan e inflan los precios, además de la exageración de los medios sobre la escasez.

   El subsidio gubernamental a los alimentos ha marcado una gran diferencia en la vida de los venezolanos y es un factor clave para sostener su apoyo entre los más pobres. El reto de Maduro es mantener los precios bajos, más aún cuando los ingresos petroleros se han reducido a la mitad.

   Por ende, las autoridades han apurado los decomisos de alimentos y detenido a cientos, acusados de intentar pasar comida de contrabando a Colombia y Brasil, donde los productos locales se revenden con grandes ganancias.

   La vigilancia ha sido reforzada en los comercios públicos y privados, conjuntamente con el aumento de las restricciones para los consumidores, que en algunas tiendas de la red estatal sólo pueden comprar un día de la semana, determinado por el último número de su cédula de identidad.

   "Ya estoy harta de esto. Gente corriendo por todos lados", dijo una joven ama de casa indignada tras recibir empujones durante una rebatiña en el mostrador de un supermercado, a pesar de estar embarazada.