Actualizado 26/04/2014 21:43

La Alianza del Pacífico suscita los recelos de la región

Alianza del Pacífico
Foto: REUTERS

Algunos países de la región ven a este bloque como el competidor de MERCOSUR

   MADRID, 25 Abr. (Notimérica/EP) -

   La Corte Constitucional de Colombia ha suspendido de manera momentánea la adhesión de Bogotá a la Alianza del Pacífico, después de que declarase inconstitucional la Ley 1628 de 2013 por un defecto de forma, ya que durante su votación en el Congreso faltaban dos artículos en el documento.

   Si bien la presencia de Colombia en el grupo no parece correr demasiado peligro, el texto puede ser modificado y de nuevo presentado, la situación se ha producido precisamente cuando el jefe de Estado de Colombia, Juan Manuel Santos, asume la Presidencia temporal de la Alianza y en pleno proceso de incorporación al bloque de Costa Rica y Panamá.

   Este contratiempo es uno más a los que ha tenido que hacer frente la Alianza, que desde sus orígenes, como refleja el rechazo que experimentó su germen fundacional --el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)--, ha cargado con la desconfianza y los temores propios que supone haber sido un grupo económico y comercial apadrinado por Estados Unidos, que además actúa como observador en las cumbres del grupo.

   La puesta en marcha de la Alianza data del año 2011 cuando México, Colombia, Perú y Chile, con el auspicio económico de Estados Unidos a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), decidieron conformar un bloque regional que pusiera freno de alguna forma a los movimientos 'bolivarianos', cuyas figuras se atrevieron a cuestionar las políticas neoliberales, que durante años sangraron al continente, acometiendo una serie de medidas basadas en el bienestar social de la mayoría de la población.

   Los fundadores de la Alianza son cuatro países alejados de este tipo de políticas y que precisamente guardan entre sí dos características que hacen notorias las intenciones económicas, políticas y sociales del grupo: su tradición más reciente de gobiernos conservadores y los Tratados de Libre Comercio (TLC) que mantienen con Estados Unidos, acusado de haber convertido al continente latinoamericano en su patio trasero.

   En pleno auge de estas políticas alternativas de integración regional, representadas a través del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Alianza surgió para, según rezaba la Declaración de Lima, "avanzar progresivamente hacia el objetivo de la libre circulación de bienes de servicios, capitales y personas", una visión exclusivamente económica y comercial, omitiendo deliberadamente, pese a la notoria contradicción que supone, cualquier reminiscencia política.

CRÍTICAS DEL RESTO DE LATINOAMÉRICA

   Las principales críticas a las que ha tenido que hacer frente la Alianza del Pacífico desde su creación están relacionadas con la incompatibilidad que supondría aspirar a una posible integración regional a la vez que sus políticas son financiadas por una entidad bancaria, el BID, cuyo 30 por ciento del accionariado depende directamente de Washington.

   Varias personalidades sudamericanas de primer orden han alzado la voz desde entonces por lo que consideran un intento por obstaculizar las reformas económicas y políticas que han conseguido mejorar notablemente la calidad de vida de los ciudadanos del grueso de los países del continente.

   Es el caso del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien en su día alertó de una especie de intento por "restituir" las políticas de derechas que tanto mal hicieron a la región, así como cierto interés por "no crear una gran sociedad con ciudadanos; sino un gran mercado con consumidores".

   Una opinión parecida tiene el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, quien tras su reciente paso por España criticó los "fuertemente vinculados intereses que la Alianza guarda con Estados Unidos", al tiempo que abogaba por una unión total del continente.

ALGUNOS APUNTES MÁS DE LA ALIANZA

   El acuerdo económico y comercial que mantienen Perú, Colombia, México y Chile representa el 35 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de todo el territorio latinoamericano, del mismo que supone el 50 por ciento del comercio y el 41 por ciento de la inversión extranjera. Juntos, según datos oficiales, estos cuatros países son la octava economía mundial y la séptima potencia exportadora.

   Por otro lado, en cuestiones meramente geopolíticas, es innegable que la Alianza se amolda a los intereses estratégicos de Estados Unidos, cuya influencia en Latinoamérica ha ido perdiendo puntos desde que se iniciara el nuevo siglo.

   Washington, a través de gobiernos conservadores y de carácter neoliberal, aspira a disputar la hegemonía que actualmente tienen bloques como el MERCOSUR, el ALBA, la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

CONTINUACIÓN DE LA ALCA

   El ALCA fue un proyecto de libre comercio que Estados Unidos quiso consolidar en toda Sudamérica, pero que acabó siendo frustrado en la IV Cumbre de las Américas, celebrada en Argentina en 2005, ante la negativa de los gobiernos de izquierdas de la región a ser partícipes de unas medidas, que --aseguraban-- significarían un nuevo saqueo a la región.

   En ese sentido, las principales propuestas que en su día fueron presentadas por el ALCA han sido adoptadas diligentemente por la Alianza, como demuestra que en su última cumbre, celebrada en Cartagena hace escasos dos meses, sus miembros hayan aprobado uno de los principales intereses de este fallido pacto económico a nivel continental: la eliminación del 92 por ciento de las barreras arancelarias.

   Por ese camino van el resto de propuestas, entre las cuales está el libre flujo de mercancías y personas, así como de acceso a los mercados, la reducción de potestades reguladoras de los gobiernos a la hora de gestionar las inversiones extranjeras en su territorio, la privatización de bienes, servicios públicos y el control de sectores importantes, como el de la pesca o la agricultura; esto último denunciado, precisamente, en las últimas fechas, por el sector cafetero colombiano.

FUTURO CERCANO

   La momentánea suspensión de Colombia de participar en la Alianza, se une a los contratiempos que, presumiblemente, deberá hacer frente el grupo después de que la nueva presidenta de Chile, Michelle Bachelet, haya expresado en más de una ocasión su intención por ahondar en los contactos económicos con China y volver a mantener relaciones con Argentina o Brasil, países situados en segundo plano que durante la anterior administración de Sebastián Piñera (2010-2014).

   Sin embargo, ajeno a esto, Costa Rica y Panamá continúan acelerando su incorporación al grupo regional como miembros de pleno derecho, una situación cuyas autoridades prevén que estará finiquitada para finales de este año.