Publicado 17/12/2013 18:57

COLUMNA-La Fed probablemente va a esperar, pero usted no debería: James Saft

(James Saft es columnista de Reuters. Las opiniones expresadas son personales)

Por James Saft

17 dic, 17 Dic. (Reuters/EP) -

- La Reserva Federal de Estados Unidos probablemente decidirá no recortar su plan de estímulo monetario cuando se reúna esta semana, pero quizás debería hacerlo.

Por su parte, los mercados financieros definitivamente deben vender sin importar lo que decida la Fed, pero lo más probable es que no lo hagan.

La Reserva Federal anunciará el miércoles su decisión sobre su política de tasa de interés, y Ben Bernanke aprovechará la oportunidad para explicar porque el banco central estadounidense opta por reducir, o no, las compras mensuales de bonos.

Si bien menos de un quinto de los economistas encuestados por Reuters esperan que la Fed reduzca el ritmo de estímulo en diciembre, un reciente aluvión de datos alentadores ha llevado elevado esa proporción en apenas un mes.

Según la propia medida de Bernanke -conformada por los niveles de empleo, crecimiento económico e inflación- las cosas no marchan tan mal.

Los empleadores contrataron a 203.000 trabajadores más en noviembre, algo que aparenta ser una tendencia, y el desempleo cayó al 7 por ciento. La producción de manufacturas parece estar reactivándose, las negociaciones presupuestarias son menos dañinas y el contexto global ayuda.

Sólo la inflación, en el 0,7 por ciento en octubre, permanece tercamente estancada por debajo de la meta.

De hecho, desde un punto de vista de administración del riesgo, que la Reserva Federal siga comprando bonos implicaría más peligros potenciales que presuntos beneficios.

Del lado positivo, el alivio cuantitativo abarató los costos de financiación y apoyó los precios de los bienes, desde casas y autos hasta obras de arte, acciones y bonos. Eso ayudó a las finanzas familiares, al menos a las de aquellos lo suficientemente afortunados para tener riqueza y préstamos.

No obstante, esto ha sucedido mientras la distribución de la riqueza se orientó hacia los sectores altos y a los involucrados en la intermediación financiera. Una mirada hacia lo que el dinero barato está haciendo en ese sentido también ofrece argumentos a favor de una reducción del estímulo.

Las corporaciones han sumado más de 800.000 millones de dólares de deuda a sus balances en el último año, lo que ha llevado a un crecimiento del mercado de crédito del 9 por ciento, casi tres veces más de lo que avanzó la economía.

Aún así, las corporaciones no se están equipando ni se están expandiendo.

Están, en cambio, simplemente aceitando la maquinaria financiera mediante la recompra de más de 360.000 millones de dólares de su propio capital. Eso hace que luzcan las ganancias e impulsa a las acciones, pero no hace nada por mejorar la capacidad productiva o la competitividad de la economía.

"Claramente, no toda deuda es mala, pero cuando se gasta de manera improductiva, entonces hay que empezar a preocuparse", escribió el economista David Rosenberg de Gluskin Sheff en una nota a clientes.

"Si el dinero ha ido a inversión productiva, entonces realmente no hay problema. Pero por lo que puedo ver no ha sido así: el capital sigue envejeciendo, la infraestructura sigue envejeciendo", agregó Rosenberg.

ACORRALANDO AL MERCADO

Quizá, el mejor argumento a favor del recorte del estímulo no sea tanto económico como práctico: la Fed está quedándose sin bonos para comprar.

Las compras de bonos del Tesoro en diciembre, incluida la reinversión de bonos que ya maduraron, es equivalente a más del 80 por ciento de la deuda emitida por Estados Unidos en noviembre.

Hay una delgada línea, quizá ya superada, entre aplicar incentivos que distorsionan para lograr un resultado y exponerse al riesgo de una caída al detener esos estímulos.

La preocupación es que al distorsionar el mercado, se hayan creado precios falsos, generalmente denominados burbujas, que tendrán un impacto destructivo al explotar.

Por lo tanto, si bien la inflación y la transición a comienzos del año próximo desde el liderazgo de Bernanke hacia el de Janet Yellen en la Fed son buenos motivos para esperar, el otro lado de la ecuación quizá tenga más peso.

Ahora, si la Reserva Federal tal como se espera demora lo inevitable y no recorta el estímulo, podemos esperar casi con certeza un repunte del mercado durante la temporada de fiestas hacia el Año Nuevo.

Los inversores son demasiado optimistas: confunden sus ganancias en papel con crecimiento genuino de la economía real, y, siendo bastante francos, muchos creen que la Fed quiere que ellos hagan dinero y que ajustará la política a eso.

Esa alza sería un enorme error.

Una reducción del alivio es inevitable y con eso habrá que pagar costos postergados por años. Las tasas de interés van a aumentar y el mercado de bonos se volverá excesivamente impopular. Eso finalmente dañará a las acciones, no sin antes arrastrar algunas otras áreas a un efecto dominó en su camino.

El mercado inmobiliario en zonas candentes ya está comenzando a desplomarse. California del Sur se está uniendo a áreas como Phoenix y Las Vegas, con caídas de dos dígitos en las ventas.

Los mercados crediticios también se enfriarán rápidamente, lo que generará pérdidas a los inversores y potencialmente afectará a familias y empresas dependientes del sector bancario.

Todo esto sucederá en algún momento. Para la Fed -y para los inversores- el principal problema es ajustar cuándo. El banco central estadounidense quisiera esperar, quizá con la confianza puesta en que la economía pueda capear mejor la situación el año próximo.

Si así ocurre, y los inversores aumentan sus apuestas en activos de riesgo como acciones, quizás usted quiera forzarlos a actuar vendiendo.

(Al momento de la publicación, James Saft no tenía ninguna inversión directa en los activos mencionados en este artículo. Puede que sea propietario indirecto como inversor en un fondo. Usted puede contactarlo por correo electrónico a través de la cuenta jamessaft@jamessaft.com y hallar más columnas en http://blogs.reuters.com/james-saft)