ALBERTO FUJIMORI
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   LIMA, 26 Dic. (Notimérica) -

   La decisión tomada este domingo por el presidente del Gobierno de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, de indultar al que fuera mandatario del país Alberto Fujimori (1990-2000) ha vuelto a dividir la opinión de la sociedad peruana.

   Fujimori, quien fue condenado en 2009 a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad durante su Gobierno, ha pasado esta Navidad fuera de la cárcel gracias a un indulto que, en palabras del actual jefe de Estado, "se asienta en razones humanitarias".

   A pesar de que Kuzcysnki esté convencido de que este perdón de la condena al casi octagenario expresidente suponga lo más acertado "para el futuro de la sociedad peruana", se cuentan por centenares las personas que se han manifestado en contra de esta decisión.

   Otros --especialmente el bando fujimorista, que consiguieron librar a Kuczynski de su destitución por ocho votos, incluido el de su hijo mayor Kenji Fujimori-- han celebrado la determinación del presidente del Gobierno, que ha sido tachado de traidor por el bando político que logró hacerle presidente.

   Pero, para concretar la crisis política y social en la que se encuentra Perú es necesario repasar el historial delictivo y judicial del recién excarcelado Fujimori.

   ¿Cómo es capaz de ser amado y odiado a partes prácticamente iguales? La respuesta deriva de lo que fue capaz de hacer con el país iberoamericano durante su mandato, que duró una década.

CAMBIOS APLAUDIDOS Y CRITICADOS

   La vida política de Alberto Fujimori, nacido en 1938 en Lima, despegó muy rápido. En un año logró formar un partido político, Cambio 90. A pesar de que en la primera vuelta de las elecciones presidenciales apenas alcanzó un porcentaje sustancial de votos, en la segunda vuelta llegó a hacerse con la Presidencia del Gobierno.

   Por entonces Perú se encontraba en una situación insostenible: una inflación económica que llegaba al 7.000 por ciento debido al aislamiento previo del país de organismos financieros externos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

   Esta crisis social estaba también marcada por la aparición de grupos violentos y radicales, como es el caso de Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).

   Fueron estos los dos vértices que marcaron el planteamiento gubernamental de Fujimori, quien aplicó políticas de reducción de la pobreza con drásticos ajustes en el mercado peruano, reformas tributarias, eliminación de aranceles extranjeros y privatización de empresas.

   También persiguió sin descanso a estos grupos terroristas, cuyo acto de mayor repercusión fue el atentado en la calle Tarata, perpetrado por el conjunto liderado por Guzmán en 1992, en el que fallecieron 25 personas.

   Ese mismo año se registró la masacre de La Cantuta, donde un profesor y nueve estudiantes de la Universidad Enrique Guzmán y Valle fueron secuestrados y asesinados por el grupo paramilitar Colima, adscrito al Ejército peruano.

   Este 'escuadrón de la muerte' también acribilló a balazos a 15 personas en 1991, en la denominada masacre de Barrios Altos, unos hechos ordenados por el que fuera asesor de inteligencia del presidente, Vladimiro Montesinos, cuyo expediente de investigación fue abierto por el Congreso peruano.

   Sin embargo, estos actos contra la Humanidad no llegaron a esclarecerse por el autogolpe de Estado perpetrado en 1992, con el que clausuró el Congreso --y con ello las indagaciones de los mencionados crímenes-- y disolvió el Poder Judicial, además de realizar modificaciones en la Constitución, con los que logró otorgarse mayor poder.

SEGUNDO MANDATO Y REELECCIÓN

   La captura de los líderes de MRTA, Víctor Polay Campos, y Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, y el combate contra el terrorismo fue lo que le llevó a ser reelegido en 1995 para un segundo mandato, momento en el que estrechó aún más sus relaciones con las Fuerzas Armadas, recibiendo críticas por ejercer un régimen político-militar.

   Promulgó la Ley de Amnistía, con la que cerró los juicios y las investigaciones por la violación de derechos humanos en acciones ejecutadas por agentes estatales, y comenzó a plantear la ley de 'Interpretación Auténtica', con la que buscaba una tercera reelección como jefe de Estado.

   Para Fujimori, esta ley era lícita debido a que estaba adscrita a la Constitución promulgada en 1993 --después del mencionado golpe de Estado-- y no a la de 1979, por lo que su primera elección como mandatario habría sido la de entonces (1995) y la segunda sería efectiva en el año 2000.

   Este abuso de poder, acompañado de denuncias de corrupción, sobornos y políticas intervencionistas en los medios de comunicación peruanos, llevó a la denominada 'Crisis de los rehenes' con la toma de la residencia del embajador de Japón en Lima por parte del MRTA, cuando 72 personas permanecieron secuestradas durante 126 días.

   Una vez terminada esta operación, en 1997, los casos de supuestos fraudes, actos de represión y violación a los derechos humanos y una nueva y aguda crisis económica emergieron de nuevo de cara a una nueva repostulación como presidente.

   Su principal contrincante, Alejandro Toledo, que quedó segundo en la primera vuelta con el 40 por ciento de los votos, decidió no presentarse a la segunda por considerar fraudulentos los comicios. Así llegó a ocupar de nuevo su puesto como presidente, cargo que rápidamente abandonó para exiliarse a Japón por evidentes casos de soborno junto a Montesinos.

CONDENAS

   Cinco años después de haber presentado su renuncia por fax, el apodado como 'el chino' viajó a Chile, donde permaneció hasta septiembre de 2007, cuando fue extraditado. En diciembre de ese mismo año comenzaron las investigaciones por las masacres de 'Barrios Altos' y 'La Cantuta'.

   La resolución de su presunta implicación en ambos asesinatos no fue dada a conocer hasta abril de 2009, cuando fue condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad al ser identificado como autor mediato de homicidio calificado con alevosía, lesiones graves y secuestro agravado correspondientes a los casos de las matanzas, así como por el secuestro del periodista Gustavo Gorriti y al empresario Samuel Dyer Ampudia.

   Durante este último año Fujimori ha estado a medio camino entre la cárcel y la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), lugar al que ha acudido en varias ocasiones por su deteriorada salud, teniendo en cuenta que ha sido operado en cinco ocasiones por un cáncer de lengua.

   Esta ha sido la justificación de Kuczynski para dejarle en libertad gracias a un indulto que el propio Fujimori pidió a su antecesor, Ollanta Humala y que éste le negó. "Estoy convencido que quienes nos sentimos demócratas no debemos permitir que Alberto Fujimori muera en prisión, porque la justicia no es venganza", afirmó el mandatario en un mensaje que poco a convencido a una nación fracturada por la libertad de un hombre que permitió el asesinato de tantas personas.

   

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