Actualizado 27/02/2015 19:19

Bolsonaro sobre la dictadura: "Fue un periodo excelente, con derechos humanos"

El diputado Jair Bolsonaro (Partido Progressista) Brasil
Foto: NOTIMERICA

El máximo representante de la ultraderecha brasileña carga contra negros, mujeres y gays

   RÍO DE JANEIRO, 27 Feb. (Notimérica) -  

   El diputado Jair Bolsonaro (Partido Progressista), militar en la reserva, es el mejor representante de la ultraderecha brasileña y acumula una polémica tras otra, la última cuando le espetó a una diputada del Partido de los Trabajadores (PT) que no la violaría porque no se lo merecía. Le llovieron críticas por todos lados, incluso a nivel internacional, pero Bolsonaro no se arredra.

   Bolsonaro (Campinas, São Paulo, 1955) tiene un discurso abiertamente reaccionario que de momento le está dando buenos resultados: en las pasadas elecciones fue el diputado más votado en el Estado de Río de Janeiro, con 464.572 votos.

   Reconoce que se beneficia del desencanto del ciudadano medio con la clase política y de los nostálgicos del 'orden y progreso' que reinaba durante la dictadura militar.

   En una entrevista con Notimérica el diputado más controvertido de Brasil remarca en varias ocasiones que lo políticamente correcto está acabando con todo: "Las leyes son para castigar a las minorías, no a las mayorías", dice, al hablar, por ejemplo, de su oposición frontal al proyecto de Ley contra la homofobia.

   Según la secretaría de Derechos Humanos del Gobierno, en Brasil se produce una agresión homófoba cada hora, y el Grupo Gay de Bahía, uno de los referentes en la lucha por la igualdad, contabilizó en 2014 un total de 216 muertes sólo hasta septiembre.

   Pero Bolsonaro no lo ve así: "Los homosexuales se creen semidioses (...) Quieren que hacer un chiste de maricones sea delito", critica, y subraya que su principal "lucha" es contra la idea de distribuir material de concienciación en las escuelas, porque en su opinión esto incita precozmente a la vida sexual.

   Liberal convencido, Bolsonaro cree que el Estado debe intervenir lo menos posible en la sociedad, por eso también está en contra de las cuotas para negros en centros públicos, por ejemplo, y niega que éstos sean víctima de discriminación: "No he visto a nadie decir 'le voy a pegar por ser negro'", argumenta.

   Tampoco considera que hombres y mujeres deban tener el mismo salario porque "no se puede obligar a la iniciativa privada".

   Para Bolsonaro el Gobierno pierde el tiempo en asuntos como la demarcación de las tierras indígenas -"habría que meterlos en pequeñas reservas, como en Estados Unidos"- o en proteger a las comunidades quilombolas, descendientes de los esclavos -"están todos gordos"-.

   Tampoco escapan de sus críticas programas sociales como el Bolsa Familia, reconocido en todo el mundo por haber sacado de la pobreza extrema a 36 millones de personas en los últimos 12 años, según el Gobierno, o el 'Mais médicos', que contrató a miles de médicos cubanos para asistir a la población de las áreas rurales más aisladas.

   "Todos esos cubanos son agentes secretos. Estamos financiando la dictadura de Castro y la 'caja 2' del PT", remarca Bolsonaro, para quien Cuba "siempre exportó mercenarios y terror" y ahora traza un plan, junto con países como Venezuela y Argentina, para convertir Brasil en un país comunista.

EL FANTASMA DEL COMUNISMO

   La sombra del comunismo es un fantasma recurrente para Bolsonaro que le lleva a hablar de los tiempos del régimen militar: "Los militares evitamos que los comunistas nos colonizaran. Ganamos la guerra, hasta 1985 [cuando se restauró la democracia]. Después se infiltraron diciendo que nosotros éramos golpistas", dice.

   Las palabras de Bolsonaro coinciden con un minoritario -aunque no por ello menos significativo- movimiento popular que pide el 'impeachment' de Rousseff y la vuelta de los militares al poder.

   "Muchas de estas personas que protestan me dicen que nos equivocamos al no eliminar a todos los comunistas", confiesa el diputado, que al ser preguntado por si deberían haberlo hecho se limita a responder: "No te voy a contestar a eso".

   Para este militar, entre 1964 y 1985 en Brasil no hubo ninguna dictadura: "Fue un periodo excelente, con derechos humanos, sí, con seguridad (...) Había respeto a las libertades y el bandido era tratado como bandido", dice.

   Sin embargo, la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) estimó recientemente que en esos años hubo 191 muertos y más de 200 desaparecidos. Una de las víctimas fue la propia Rousseff, encarcelada y torturada por su pertenencia a la guerrilla opositora VAR-Palmares. Bolsonaro critica que siga "orgullosa" de su pasado "terrorista".

FELICITACIONES POR LA PENA DE MUERTE

   Bolsonaro también está a favor de que los ciudadanos puedan portar sus propias armas y de la instauración de la pena de muerte.

   Así, se muestra escandalizado por los intentos que está haciendo el Gobierno de Rousseff para salvar de la pena capital al brasileño Rodrigo Gularte, condenado en Indonesia por tráfico de drogas.

   "En 2006, cuando les condenaron, envié un correo felicitando al Gobierno de Indonesia. La ejecución [de Marco Archer, también condenado por el mismo motivo] estuve justificada, sólo espero que al otro lo ejecuten también cuanto antes", dice Bolsonaro, mientras habla de los vínculos entre narcotráfico y terrorismo.

   Fiel a su estilo y coherente con la idea de que la familia es lo primero, Bolsonaro ha construido todo un clan político con sus hijos: Carlos Bolsonaro es concejal en el Ayuntamiento de Río de Janeiro, Flávio Bolsonaro, diputado estadual en Río, y Eduardo Bolsonaro diputado federal paulista.

   Los buenos resultados que obtuvo en las pasadas elecciones le han dado "moral" para optar "a cualquier cosa" en los comicios de 2018, asegura.

   Por el momento, pretende convertirse en el próximo presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso Nacional de Brasil, lo que dadas sus convicciones muchos consideran un auténtico escándalo.