Guerrilleros del ELN
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   BOGOTÁ, 12 Sep. (Notimérica) -

   Las relaciones del Gobierno de Iván Duque con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla activa más grande que queda en Colombia y en buena parte de la región, están pasando por un momento particularmente delicado ante el vencimiento del plazo de 30 días que el presidente dio a esa organización para la liberación (no cumplida) de todas aquellas personas que mantiene secuestradas y termine con las acciones criminales.

   Duque anunció que no reanudará los diálogos con el ELN y determinó que durante los 17 meses de conversaciones que mantuvo el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos con el ELN la guerrilla "organizó 462 actividades criminales que cobraron cerca de 100 víctimas mortales" y hubo 16 secuestros. Además, se cometieron 148 atentados contra la infraestructura petrolera, algo "que ha generado realmente un ecocidio", afirmó el mandatario.

   La confianza es la base fundamental de unas buenas negociaciones. Pero aún siendo importante, no es suficiente. Ambos actores saben que sentarse a negociar es la única vía que tienen. Al no tener incentivos que aportar, los dos saben que seguir adelante con el conflicto armado no reportará beneficios, mucho menos una victoria completa, a ninguna de las partes.

   Sin embargo, ninguno de los dos se ha puesto a calcular el costo-beneficio que traería que ambas partes dejaran las armas y se sentaran a negociar. La política no es racional, y menos si se enfrentan dos corrientes muy dispares, como es el caso de un gobierno que necesitó de dos vueltas para vencer, o de una guerrilla nutrida con años de historia a sus espaldas. Toda organización compleja, y también estas dos, están sometidas a dos elementos que canalizan sus juicios: la información fragmentada y la falta de cohesión en los actores.

   Según la última encuesta Gallup, el 69% de los colombianos está de acuerdo con que se llegue a una solución dialogada con el ELN. Sin embargo, esa misma cantidad de individuos le dijo a la encuestadora Yanhaas hace poco más de un año que desaprobaba la marcha de las conversaciones entre guerrilla y gobierno.

   Lo que parece quedar claro, es que los votantes de Duque solicitan unas condiciones de negociación mucho más duras que las de Santos. Quizá esto lo hacen porque tienen una idea de castigo hacia quienes han hecho daño a Colombia.

   Por su parte, el jefe de la delegación del ELN para los diálogos de paz, Pablo Beltrán, ha ratificado este miércoles la voluntad de impulsar las negociaciones con el gobierno de Colombia, sin condicionamientos previos.

   "Estamos dispuestos a continuar trabajando en la construcción de acuerdos sobre la base de la agenda dispuesta, y a introducir ajustes en lo adelante, siempre y cuando sean pactados por ambas partes", ha indicado Beltrán en exclusiva a 'Prensa Latina'.

   Por el momento, el distanciamiento del contenido entre ambos es una realidad que parece difícil que mejore a menos que los líderes de los dos bandos tuviesen clara su intención de negociar de manera sincera para convencer a los más escépticos de su lado en el proceso.