Actualizado 21/06/2016 14:08

Gabriel Gaspar: "Es difícil dialogar con Bolivia si nos insulta a diario"

Gabriel gaspar
NOTIMÉRICA

   MADRID, 8 Jun. (Lara Lussón - Notimérica) -

   Gabriel Gaspar es aymara, una etnia indígena de la cordillera de Los Andes. Revolucionario y defensor de los derechos sociales y laborales durante toda su vida. Le viene de cuna, pues sus padres eran dos reconocidos líderes sindicales.

   Fundó el Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu) antes de verse obligado al exilio durante los años de la dictadura de Augusto Pinochet. Se refugió en México y una vez de vuelta en Chile se incorporó a las filas del Partido Socialista.

   Desde este ha estado vinculado siempre al ministerio de Exteriores. Primero como asesor del ministro Enrique Correa durante el gobierno de Patricio Alwyn; años después Ricardo Lagos le nombró subsecretario de Guerra; y con la actual presidenta, Michelle Bachelet, a la que le une una amistad personal, fue embajador en Colombia y Cuba y viceministro de las Fuerzas Armadas. Prudente como pocos pero irónico en muchas de sus respuestas, también es íntimo de otros muchos mandatarios a los que en ningún momento hace alusión directa.

   Le duele la actual situación que atraviesa América Latina, envuelta en crisis internas muy fuertes en países como Venezuela o Brasil, donde cree que se ha cometido una injusticia con el 'impeachment' que ha apartado a Dilma Rousseff de la presidencia, y también las dificultades para hacer desaparecer por fin una clase que vive en la pobreza extrema. "La exclusión genera inestabilidad porque la sociedad no soporta vivir de rodillas", sentencia.

   En la actualidad, es el embajador de Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en la que defiende la postura de su país en el conflicto que este sostiene con la vecina Bolivia por la eterna disputa sobre la salida al mar.

   ¿Cómo observa usted la situación actual entre ambos países?

   Ha habido intentos por buscar una solución. Queremos ponernos de acuerdo, pero en algún punto se rompió la conversación. En los últimos tiempos se ha caído en una retahíla de descalificaciones verbales y poco diplomáticas, nos han llamado ladrones y saqueadores... es muy difícil dialogar así. ¿Cómo voy a conversar con alguien que nos está insultando todos los días?

   Cada guerra genera sensibilidades que hay que respetar, pero uno no se puede quedar en eso y mucho menos confundir. La guerra ocurrió hace 140 años, nosotros queremos entrar al siglo XXI, capacitar a nuestros jóvenes y no hacerlo en el odio. Desgraciadamente esta política (por parte de Bolivia) ha traído consecuencias y lo ha fomentado, porque a nadie le gusta que le insulten. Antes este tema no era el principal, pero ahora puede generar un sentimiento de rechazo.

   Cuando Chile dice que está dispuesto a conversar, ¿a qué se refiere? ¿Ustedes se podrían llegar a plantear una cesión de territorio y soberanía?

   Un destacado dirigente boliviano cuyo nombre diré en unos meses me dijo que el tema entre ambos países no es jurídico, sino político. Si el acuerdo es muy ventajoso para Bolivia, el presidente chileno no lo puede sostener. Pero si es muy ventajoso para Chile, la ciudadanía destituye al boliviano. Tiene que ser un acuerdo mutuamente beneficioso, pero lo que está claro es que no se puede construir sobre la base del improperio ni de la victimización.

   Resulta que en riguroso cumplimiento del tratado de 1904 Chile le ha dado a Bolivia libre tránsito a toda la mercancía que pasa por el puerto de Arica, donde el 90% de la carga es para Bolivia. La aduana boliviana funciona dentro del puerto, los importadores bolivianos tienen hasta un año de bodegaje gratis, el mantenimiento de carreteras y vías férreas nos lo hemos autoimpuesto. Bolivia tiene acceso al mar, si no lo tuviera no habría tenido crecimiento económico, pero el tema no es el acceso, sino que quieren que ese acceso sea soberano.

   ¿A quién pertenece el río Silala?

   El Silala es un río que siempre fue reconocido como río internacional. Nace en territorio boliviano, a menos de cuatro kilómetros con la frontera, pero no baja para Chile porque lo hayamos desviado, sino por la ley de la gravedad.

   Tienen derecho al menos a la mitad de las aguas, pero lo presentan como si fuera una usurpación nuestra. No comprendo por qué llegaron a este 'antichilenismo' tan ramplón.

   Su lucha siempre ha ido dirigida a insertar a Chile plenamente en el siglo XXI, pero aún hay mucho por hacer. El país tiene un PIB superior al de muchos de sus vecinos, pero la tasa de desigualdad es una de las más desproporcionadas de la región. ¿Qué retos tienen por delante?

   Chile tiene cosas buenas. Construimos la democracia, que aunque es bastante imperfecta, es mejor que otros tiempos. Una democracia tiene que ser representativa y eficiente, tiene que responder a la necesidad de la población. ¿Cuál es la mejor forma de combatir la desigualdad? Se puede abordar desde diferentes puntos. Hay una constante lucha cultural porque el modelo de apertura salvaje que se implantó hace 30 años generó un individualismo consumista competitivo que ha roto el tejido social. Las fórmulas para romper eso son la transparencia y la educación. Cuando yo era universitario, éramos 50.000 en todo el país. Hoy hay un millón.

   Está emergiendo un Chile más plural, plebeyo y contestario. Chile se internacionalizó mucho en su economía y su comercio. Hay que abrirse más en el ámbito cultural, pero no es un decreto, es un proceso.

   ¿Comprende usted las protestas continuas de los estudiantes chilenos?

   La movilización estudiantil de 2011 logró colocar en la agenda nacional la demanda por una educación pública de calidad, crítica de quienes la consideran un bien de consumo y por ende una actividad regida por el lucro. La presidenta ha hecho de la reforma educativa una de sus vigas maestras y las actuales movilizaciones estudiantiles ayudan en cuanto a que mantienen el movimiento social activo, pero ayudan menos cuando sus demandas se amplían al punto de hacerse inviables. El movimiento estudiantil es muy amplio y diverso, pero no tengo dudas de que los esfuerzos por construir un nuevo modelo educativo en el país serán uno de los principales legados de la actual administración.

   ¿Qué deben esperar los chilenos de la Reforma Constitucional anunciada por la presidenta?

   Lo más importante del proceso constituyente que se encuentra en sus pasos iniciales es que proveerá a la sociedad chilena de un ordenamiento consensuado, democrático y producto de una amplia participación. Todo ello redundará en una legitimidad mayor de la institucionalidad.

   Bachelet pidió hace unas semanas a sus ministros que supiesen "comunicar mejor". ¿Cree que uno de los retos del actual gobierno es saber explicar sus medidas a los ciudadanos? ¿O puede que la baja valoración de Bachelet se deba a que se esperaba más de este segundo mandato?

   No puedo ser objetivo, aparte de ser funcionario, soy hincha de Bachelet. Habrá que hacer mejor las cosas, comunicar más. Estoy convencido de que lo que a Chile le permitió dar saltos adelante, aunque estamos lejos de donde nos gustaría, es tener una política que se sostenga en el tiempo, que no dependa de una administración.

   ¿Qué lectura hace de la actual situación en Cuba?

   Creo que es el fin de la Guerra Fría y eso es muy positivo para todos, pues culmina un largo proceso.

   Y en Colombia, ¿cómo observa el proceso de paz del gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC?

   El acuerdo de paz entre Colombia y las guerrillas va a suponer el fin del binomio de insurgencia contra insurgencia. Pero no es fácil llegar a un acuerdo con la guerrilla y enfrentar la situación interna. Es necesario cooperar y colaborar con Colombia en lo que necesiten.

   Santos afronta el reto de convencer al pueblo, y fundamentalmente a las víctimas, de la necesidad de pasar página y perdonar, de sacrificar parte de la justicia en favor de la paz.

   En lo hay que estar de acuerdo es en que no hay que usar la violencia para reivindicaciones políticas. Eso trae una cultura democrática de consensos vital para el futuro. Nosotros lo aprendimos. Muchas fuerzas se dispersaron, pero es necesario que estén unidas para terminar con una dictadura. La firma de la paz en Colombia va a ser un gran evento.