Jair Bolsonaro
REUTERS / ADRIANO MACHADO

   Sus polémicos comentarios sobre mujeres y homosexuales y su prolongada ausencia parecen no pasarle factura

   RÍO DE JANEIRO, 4 Oct. (EUROPA PRESS) -

   El ex militar Jair Bolsonaro (Campinas, Estado de Sao Paulo, 1955) lidera todas las encuestas de intención de voto de cara a la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil haciendo gala de un discurso totalmente alejado de lo políticamente correcto.

   La campaña del candidato ultraderechista, defensor de la familia tradicional, y tildado de machista, racista, militarista y homófobo por sus detractores, tuvo un antes y un después el pasado 6 de septiembre, cuando un perturbado mental de 40 años le apuñaló en el abdomen con un cuchillo de cocina.

   Fue entonces cuando su figura traspasó las fronteras brasileñas y su fotografía apareció en los medios de todo el mundo. ¿Quién era ese polémico político que había sido apuñalado mientras hacía campaña y que los analistas brasileños comparaban con Donald Trump?

   Bolsonaro parece haberse granjeado las simpatías de los brasileños decepcionados con la política tradicional, de la corrupción, los problemas económicos y la violencia, que dejó en 2017 al menos 63.880 homicidios, batiendo el anterior récord por tercer año consecutivo.

   Aglutina especialmente a quienes repudian al Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, que gobernó el país entre 2003 y 2016.

   "El 'antipetismo' es lo que agrupa a los seguidores de Bolsonaro, que también se habían manifestado de forma callejera en el proceso de 'impeachment' a la presidenta Dilma Roussef (PT)", cree Juan Manuel Karg, politólogo experto en sociedades latinoamericanas de la Universidad de Buenos Aires.

   "También provoca adhesiones en un sector de la población que, a su forma, pide 'orden'", destaca el analista.

   Bolsonaro propone, por ejemplo, endurecer las penas para homicidas y narcotraficantes, dar más autoridad a la Policía y una polémica política de "armas para todos" en pos de la autodefensa ciudadana.

   Su popularidad se ha disparado en los últimos meses. Cuenta con un 32 por ciento de intención de voto, once puntos más que su principal rival, Fernando Haddad (PT), según el último sondeo del instituto Datafolha.

POPULAR ENTRE LOS JÓVENES

   Llama la atención que el 60 por ciento de sus electores tienen entre 16 y 34 años. El 'bolsonarismo' parece estar triunfando entre los jóvenes, un sector poblacional que aupó al PT del ex presidente Lula en la década pasada.

   "Hoy hay dos grandes diferencias con respecto a 2002. Por un lado, el perfil generacional del electorado ha cambiado y las candidaturas del PT no son novedad. Por otro lado, los electores que se encuentran en la franja entre 16 y 34 años ya nacieron en una era en la que la inflación estaba controlada y en la que la renta de la población, aunque de manera limitada, había avanzado. Las prioridades de ese público son ahora otras", explica Jamil Marques, politólogo de la Universidad Federal de Paraná.

   Esa popularidad ha crecido en época de crisis en un país hastiado de sus políticos. Bolsonaro, hijo de un dentista rural, había pasado hasta ahora 27 años en el Congreso habiendo logrado aprobar apenas dos proyectos de ley de los cientos que presentó.

   Antes había sido capitán del Ejército. Ingresó en el cuerpo de paracaidistas en 1985, pero una crítica pública de los sueldos de los bajos cargos militares y la acusación de intentar poner bombas en el baño de su academia acabaron con su carrera castrense en 1987.

   Pasó por hasta siete partidos distintos antes de unirse al Partido Social Liberal (PSL), su actual formación.

   En 2011 consiguió evitar que el Ministerio de Educación, dirigido entonces por Haddad, su rival en las urnas este domingo, distribuyese los vídeos de un kit 'antihomofobia' destinado a miles de colegios. Dos años después propuso la castración química a violadores, un proyecto paralizado por la Justicia.

   En 2014 consiguió ser el político más votado de Río de Janeiro, con 464.000 votos, superando las críticas por su discurso agresivo.

SIN PELOS EN LA LENGUA

   Bolsonaro no parece tener pelos en la lengua. Ha sido condenado en varias ocasiones por polémicas declaraciones.

   A una diputada del PT que le tildó de "violador" por supuestamente incentivar dicha práctica le respondió que "jamás la violaría, porque no lo merece". Pronunció la frase en 2003 y volvió a repetirla en 2014.

   Durante la votación del 'impeachment' contra Roussef homenajeó al coronel Alberto Brilhante Ustra, acusado de torturar a la ex líder del país suramericano en la época de la dictadura militar (1965-1985). Llamó también "especialista en asalto y hurto" a Roussef y "homosexual" a Lula.

   Sus detractores le acusan de homófobo. "Sería incapaz de tener un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche", dijo en 2001.

   El Tribunal Supremo llegó a denunciarlo en abril por ofensas contra los negros descendientes de esclavos, indígenas, refugiados, mujeres y miembros del colectivo LGTBI.

   Defiende, además, aspectos de la dictadura militar brasileña. "El error fue torturar y no haber matado más", ha declarado.

EL REGRESO DE LOS MILITARES

   Bolsonaro aboga por fortalecer la seguridad del país empoderando a los cuerpos del orden --"un policía que no mata no es un policía"-- y no oculta que le gustaría que la mitad de sus ministros fueran militares.

   Su candidato a vicepresidente, Hamilton Mourao, es un general retirado que también ensalza aspectos del periodo dictatorial.

   Juntos defienden un programa que Bolsonaro ve como "una misión". Profundamente creyente, el candidato líder en las encuestas está en contra de los programas inclusivos de género.

   Quiere también acabar con las cuotas raciales en la Universidad que garantizan plazas a pobres, negros e indígenas, un programa promovido por su rival Haddad cuando era ministro de Educación (2005-2012).

   Bolsonaro admite no conocer en profundidad el mundo de las finanzas y ha delegado su política económica en Paulo Guedes, un especialista formado en la Universidad de Chicago.

   La Bolsa subió cuando desveló a su asesor. Su proyecto financiero incluye importantes privatizaciones y bajadas de impuestos para las empresas.

UN VALOR EN ALZA

   La gran pregunta es cuál es el techo electoral de Bolsonaro. Por ahora su popularidad sigue creciendo. El candidato ultraderechista parece estar limpio de corrupción, un aspecto muy importante entre los votantes, y ha hecho esfuerzos recientes por suavizar su discurso.

   Ha evitado además participar en los debates electorales debido a la convalecencia por la puñalada recibida el mes pasado.

   Su partido es pequeño, pero ha basado con notable éxito su campaña electoral en las redes sociales. Tiene más de siete millones de seguidores en Facebook. Ha conseguido además el apoyo de figuras tan relevantes para los brasileños como el bicampeón de la Fórmula 1, Emerson Fittipaldi, o el ex futbolista Rivaldo.

   La popularidad de Bolsonaro ni siquiera parece haberse visto afectada por las masivas manifestaciones en su contra celebradas el pasado fin de semana, y promovidas por colectivos feministas.

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