Actualizado 11/09/2015 11:13

Cariocas gritan "contra la indiferencia" ante la muerte del niño abatido por la Policía

RÍO DE JANEIRO, 11 Sep. (Notimérica) -

   Cristian Andrade, un niño de 12 años, murió abatido a tiros por la policía este martes cuando jugaba a fútbol en la favela de Manguinhos, en Río de Janeiro; y aunque su muerte ha pasado casi desapercibida varios manifestantes se han concentrado este jueves para protestar contra la violencia policial y para acabar con la indiferencia de la mayor parte de la sociedad brasileña.

   La estación Central de Brasil a última hora de la tarde de un día laborable es un hormiguero de miles de trabajadores que vuelven a sus casas, pero muy pocos se paraban a escuchar lo que los vecinos de las favelas y activistas tenían que decir; alrededor de 50 personas han participado del acto, lo que para los organizadores es una muestra evidente de que algo falla.

   Algunos de los promotores de la concentración aludían a la conmoción que provocó la fotografía del niño Aylan Kurdi en una playa de Turquía, que despertó conciencias sobre el drama de los refugiados sirios, mientras en la fachada de la Central de Brasil, donde se encuentra la Secretaría de Seguridad del Estado responsable de la Policía Militar, se podía leer proyectada la frase 'Refugiados en su propia ciudad'.

   Para los presentes en el acto, Río de Janeiro vive un auténtico genocidio contra los negros perpetrado por las fuerzas del Estado, que se ceban con los habitantes de las favelas y los barrios más desfavorecidos, como recordaba Daniel Souza, que en declaraciones a Notimérica evidenciaba la diferencia de trato que la sociedad da en función de dónde ocurran los hechos.

   "¿La vida de un habitante en la favela de Corea [zona norte de Río] vale menos que la vida de un habitante de Copacabana?. El color del habitante de la favela es uno, y el color del habitante de Copacabana es otro. Por mucho que digan es un asunto de racismo", criticaba.

   Souza, como otros manifestantes que se iban turnando el micrófono, recordaba episodios recientes, como el de las detenciones de adolescentes solo por el hecho de ser 'sospechosos' de ir a robar a las famosas playas de la zona sur, o el mal trato constante que muchos habitantes reciben en las favelas por los agentes de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP).

CONTRA LA POLICÍA 'PACIFICADORA'

   El proyecto de las UPP, que arrancó en 2008 para acabar con la violencia del narcotráfico en las favelas, se le está volviendo en contra al propio Estado de Río de Janeiro, que no consigue controlar grandes regiones, como la Maré o el Complexo de Alemão y acumula graves polémicas relacionadas con ejecuciones extrajudiciales y violaciones constantes de los derechos humanos por parte de policías.

   La pancarta "Por el fin de la UPP" evidenciaba ese sentimiento creciente, que comparten algunos vecinos como Cosme Vinicius, que en 2010 perdió a su hermano, de 17 años, tras un enfrentamiento  a tiros con la policía: "Mi hermano estaba envuelto en el narcotráfico y cuando estaba huyendo de la policía fue alcanzado por una bala. Le recogieron herido, pero sospechamos que los policías le mataron antes de que llegara al hospital", explicaba a Notimérica.

   La gravedad de la situación en los suburbios de Río de Janeiro contrasta con la escasa repercusión que estas muertes tienen en la prensa local y con la indiferencia de la gran mayoría de la población, una indiferencia que se extiende también entre los propios vecinos de las favelas, los que más sufren con la violencia policial.

   Cosme, vecino de la favela de Providência, la más antigua de Río de Janeiro, cree que la clase alta identifica a todos los 'favelados' con delincuentes cuya vida no vale nada, mientras que los propios 'favelados', en su mayoría pobres y sin fácil acceso a la educación, "son educados de tal manera que por cualquier cosita que reciben sienten que tienen que dar gracias a Dios".

   El acto, que se ha desarrollado en un ambiente discreto y sin incidentes, ha terminado con velas y con carteles que recordaban a algunos de los nombres de las últimas víctimas a manos de la policía; Eduardo, Rafael, Claudia, Amarildo. Son algunas de las más de 8.400 personas que la Policía Militar ha ejecutado en los últimos diez años en el Estado de Río de Janeiro, según un reciente informe de Amnistía Internacional Brasil.