Actualizado 01/12/2017 13:26

Juan Diego Botto, sobre la condena del ESMA: "Ha sido una forma de que el país entero nos dijera 'lo siento'"

Juan Diego Botto
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   MADRID, 1 Dic. (Notimérica) -

   Juan Diego Botto es hijo de Diego Fernando Botto, uno de los miles de desaparecidos en Argentina durante la dictadura de Jorge Rafael Videla cuyo rastro se perdió, como el de muchos otros, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires.

   Hace dos días, Juan Diego podía ver cómo los ideólogos y ejecutores de la desaparición de su progenitor eran condenados a cadena perpetua. "Podemos decir claramente que se he hecho Justicia", ha dicho el actor, que lejos de mostrar alegría, se mostraba más emocionado que nunca mientras contaba al programa español 'El Intermedio', del canal 'LaSexta', cómo ha vivido este momento histórico.

   Porque, por encima de todo, ha sido "una sentencia histórica y contundente", recalcaba Botto, asegurando que no ha habido hasta la fecha un momento que pueda compararse con el que se ha vivido en Argentina. Y es que, precisamente, en estos días se está llevando a cabo los juicios por crímenes de guerra de la antigua Yugoslavia, pero mediante un tribunal específico dependiente del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

   "Estamos hablando de la Justicia ordinaria, en el propio país, que está juzgando los crímenes en el propio país. No tiene precedentes", ha indicado Botto, remarcando que el proceso, llevado a cabo gracias a miles de personas y de testimonios, es "una lección para todo el mundo". Y entre las declaraciones, la de Juan Diego, su hermana María y su madre, la afamada profesora y actriz Cristina Rota.

cristina rota

   "Yo pude testificar, pero fue más simbólico. Yo creo que el testimonio más significativo fue el de mi madre", ha dicho Juan Diego, quien se convirtió en exiliado junto a ella y su hermana cuando tenía tres años. La desaparición de su padre, también actor y miembro de las juventudes peronistas, secuestrado el 21 de marzo de 1977, los llevó a huir hasta España, desde muchos años después testificaron.

   "Fue una testificación vía consular y teníamos un ordenador donde veíamos la cara de los acusados mientras tenían que escuchar como a muchos se les condenaba a cadena perpetua. Y fue una suerte de reparación", decía Botto.

   Con la calma que le caracteriza y con los ojos vidriosos, el actor se emocionaba al afirmar que el país que los había condenado al exilio "nos decía: estamos haciendo lo posible por restituirles, estamos haciendo lo posible porque esto, en este país, no vuelva a ocurrir, que los responsables de este genocidio paguen por sus crímenes". Además, para Botto, el proceso ha sido "una forma de que el país entero nos dijera a través de sus instituciones 'lo siento'".   

   Ha sido una clara victoria para Botto, pero una suerte de justicia que está siendo difícil de gestionar. "No estamos acostumbrados a las victorias. Después de tantísimos años de luchar estamos muy acostumbrados a los reveses, a las dificultades, a los indultos, a la impunidad, pero no tenemos el cuerpo adaptado a las victorias".

   "En días como hoy es cuanto todo se te viene encima. Lo primero que se me viene a la cabeza, y para mi lo más importante, es el reconocimiento a mucha gente que ha hecho posible que lleguemos hasta aquí". Entre ellos, Abuelas, Madres, Hijos, asociaciones de familiares de detenidos desaparecidos, de presos... "han sido fundamentales", recuerda Botto.

   "Hay mucha gente que luchó mucho, que se quedó por el camino, que murieron de viejitos, que no pudieron alcanzar este momento. Hay muchos que no soportaron el recuerdo de haber vivido lo que se vivió. Gente que vivió el terror en Argentina acabaron así (suicidándose). Hoy es un momento también para recordarlos", añadía.

   Pero, si de alguien se acuerda hoy la sociedad argentina, es de los suyos, los que de verdad perdieron. Las más de 30.000 víctimas de la represión argentina no volverán, pero esta causa ha permitido que su nombre, ni caiga en el olvido ni quede impune, algo que ha ocurrido y ocurre en demasiados sitios.

reuters

   "Todo el mundo me dice hoy que nadie te va a devolver a tu ser querido, pero es una suerte de doble caricia: una caricia en el alma, porque la Justicia tiene esa virtud; y una caricia a nivel social, de decir que vivo en un mundo donde si peleas mucho puedes llegar a alcanzar la justicia".

   Durante la entrevista, Juan Diego Botto ha respirado profundo en varias ocasiones, se ha mirado las manos evitando que su cara quedara al descubierto algunas veces, y ha tenido que quitarse una incipiente lágrima. "Hay una frase de la Asociación HIJOS que decía que 'lo imposible solo tarda un poco más', una frase que era más un eslogan para darnos ánimos". Aunque hoy reconoce que "lo imposible era cuestión de tiempo".