A woman stands in front of a sign reading: "Lula free" referring to  former Braz
REUTERS / PILAR OLIVARES

   BRASILIA, 9 Abr. (Notimérica) -

   Faltan tan solo diez días para que se cumplan 38 años del día que Luiz Inácio Lula da Silva pisó la cárcel por primera vez, el 19 de abril de 1980, un momento que sin duda fue muy diferente al que el expresidente brasilieño vivió este fin de semana.

   Arropado por cientos de seguidores y tras una carrera judicial que ha mantenido a un país en vilo durante meses, Lula Da Silva ingresaba el sábado por la noche en prisión tras entregarse de manera voluntaria a las autoridades para cumplir una condena por corrupción pasiva y lavado de dinero que lo mantendrá entre rejas 12 años y un mes.

   Mucha historia dista de aquella madrugada de abril de 1980, cuando un entonces emergente líder sindical y de la huelga en el sector de la metalurgia en Sao Paulo, salido de la pobreza más absoluta, era detenido a las 6.30 horas de la madrugada para ser retenido durante 31 días por la dictadura militar, instaurada en 1964.

   Tal y como se relata en la película 'Lula, el hijo de Brasil' (2010), de Fabio Barreto, aquella noche de abril varios coches estacionaron bajo la casa de Lula y Marisa Letícia --esposa del exmandatario y fallecida en 2017--, situada en Sao Bernardo dos Campos, en las afueras de Sao Paulo, y hombres vestidos de oscuro comenzaron a llamar fuertemente a la puerta. "¡Luis Inázio! ¡Abra la puerta!".

   Sin un mandato judicial, Lula Da Silva fue trasladado a prisión junto a otros 12 sindicalistas detenidos. Como solía ocurrir con las detenciones arbitrarias en la época, no se sabía con certeza cuándo ni en qué estado sería puesto en libertad, pues tampoco se conocían los crímenes de los que se le acusaba.

   Sin embargo, Lula era conocedor del riesgo que corría al iniciar y liderar la huelga por una mejora de los salarios el 1 de abril de 1980 en el área metropolitana de Sao Paulo, y sabía que aquello era lo que le había llevado a estar entre rejas.

   Los militares, que ya habían apartado de sus cargos profesionales en 1979 a todos los relacionados con los sindicatos, lo mantenían vigilado en todo momento. De hecho, el gobernador de Sao Paulo e icono del régimen, Paulo Maluf, ya había dicho en alguna ocasión que el líder sindical del metal era un "líder muerto".

   Da Silva pasó 31 días en una celda del Departamento de Orden Política y Social (DOPS), donde llegó a cumplir hasta seis días de huelga de hambre. Su madre, Eurídice Ferreira de Melo, falleció estando él preso. El jefe del DOPS, Romeu Tuma, le permitió acudir al funeral escoltado por la policía.

   La huelga terminó poco después y su líder fue puesto en libertad tras ocho días. Su juicio se celebró al año siguiente y fue condenado a penas de entre dos años y seis meses de prisión por "incitación a la desobediencia colectiva de la ley", indica 'BBC Mundo'.

   Sin embargo, la defensa del caso no se presentó y Lula, al igual que otros detenidos, se negó a testificar por la arbitrariedad de la detención y el proceso. El juicio fue suspendido por el Tribunal Superior Militar, aunque en el mes de noviembre las sentencias fueron confirmadas. Un recurso acabaría con todo ello meses después.

   Tras ello, Lula fue electo presidente del recién fundando Partido de los Trabajadores de Brasil (PT), con el que alcanzaría la Presidencia del país por primera vez en el año 2003. Cuando todo comenzaría.

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