Actualizado 28/10/2018 09:06

La congresista a la que Bolsonaro "no violaría porque no lo merece" acusa al candidato de "amenaza fascista"

Maria do Rosário Nunes
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   "Su victoria significaría una seria derrota de la democracia", opina Maria do Rosário Nunes

   RÍO DE JANEIRO, 27 Oct. (EUROPA PRESS)  -

   Maria do Rosário Nunes (Veranópolis, 1966) es uno de los rostros más conocidos del brasileño Partido de los Trabajadores (PT). Su carrera es dilatada. Se convirtió en diputada federal en 2003, con la formación izquierdista, y fue nombrada Ministra de la Secretaría Especial de Derechos Humanos en abril de 2011, durante el primer Gobierno de la ex presidenta Dilma Roussef, liderando la cartera por tres años.

   Maria do Rosário conoce bien la polémica incontinencia verbal del candidato ultraderechista a la presidencia brasileña, Jair Bolsonaro, favorito en las elecciones de este domingo.

   A finales de 2003, ambos se encontraban dando entrevistas sobre el caso de un menor de 16 años acusado de violación y asesinato, conocido como "Champinha", cuando la entonces diputada declaró, señalando a Bolsonaro: "Usted es quien promueve esas prácticas violentas".

   El ahora candidato presidencial respondió airado: "Graba esto aquí, me está llamando violador. Jamás la violaría, ya que usted no lo merece", le dijo.

   Bolsonaro reiteró sus palabras en diciembre de 2014 durante un pleno del Congreso, y en una entrevista un día siguiente. "No merecería ser violada, porque es muy mala, muy fea", dijo.

   "Es un hecho que indica la actitud inmoral del parlamentario. Su actitud alienta la violencia de hombres contra mujeres. En ningún país democrático alguien que profesa tales ideas, que es procesado por incitar a la violación, que apoya a torturadores, que es racista y homófobo, sería siquiera candidato a la presidencia de la república", dice la congresista en una entrevista con Europa Press.

   "Esto sucede porque la transición brasileña no castigó a los torturadores. La campaña de Bolsonaro cuenta con fundamentalistas religiosos y neonazis, lo que, por sí solo, es una amenaza en todos los sentidos a la democracia en Brasil y que se extiende al plano internacional", explica Do Rosário.

   "Es importante relatar que lo procesé judicialmente y él ya fue condenado por daños morales en la más alta corte judicial brasileño, y ninguno de sus recursos fue acogido. También responde a dos procesos por injuria e incitación a la violación", puntualiza la congresista.

   Bolsonaro parece haber aglutinado el apoyo de los brasileños hastiados de la corrupción política, que ha afectado a la mayoría de partidos, pero especialmente al PT del ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2011), preso por corrupción pasiva y lavado de dinero.

   Do Rosário defiende al líder izquierdista brasileño. "El PT siempre ha estado dispuesto a enfrentarse los errores que han sido cometidos por personas del partido, pero no puede aceptar la criminalización y el ataque al partido como un todo. No hay una sola prueba contra el ex presidente Lula y él se encuentra preso".

   "El propio consejo de Derechos Humanos de la ONU tomo la decisión preliminar por el derecho de Lula a participar en las elecciones, so pena de un perjuicio infranqueable a sus derechos políticos y civiles, y a la democracia en Brasil. Las autoridades brasileñas no cumplieron la decisión, pero el PT no abandonó el proceso de elección democrática y nominó a Fernando Haddad, que fue ministro de Educación con grandes logros y alcalde de São Paulo", indica do Rosário.

   Haddad ha crecido en las encuestas en los últimos días, pero todavía se encuentra lejos de Jair Bolsonaro en los sondeos. Marcó un 44 por ciento de intención de votos válidos en una encuesta de la firma Datafolha, publicada este jueves, mientras su rival registraría el 56 por ciento.

   "El programa de Gobierno de Fernando Haddad propone una profundización de la democracia en Brasil, con la formación de una cultura de efectiva democracia, ciudadanía y derechos humanos. Si los brasileños supieran cómo de corrupta fue la dictadura y cuánto la tortura representa el suplicio humano, no votarían a Bolsonaro", cree Do Rosário.

   El candidato ultraderechista ha sido criticado en Brasil por defender la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. "¡Qué época maravillosa! Usted podía caminar por la calle con seguridad. Su familia era respetada y el policía era policía", dijo en 2015. "Estoy a favor de la tortura y tú lo sabes", había señalado en 1999.

   "Brasil no ha promovido una adecuada justicia de transición y la población brasileña no conoce todos los datos sobre la dictadura o la tortura. Sólo en 2011 logramos la realización de una Comisión Nacional de la Verdad", explica Do Rosário.

   Cree, en cualquier caso, que el 'impeachment' a la entonces presidenta Dilma Roussef paralizó la comisión. "Después del golpe de Temer (el actual presidente) y sus aliados contra la presidenta Dilma, no tuvo su continuidad y debida implementación".

PELIGRO INTERNACIONAL

   María Do Rosario advierte contra el candidato ultraderechista. "Es una amenaza fascista para Brasil que se extiende a las relaciones internacionales de nuestro país y su participación en foros multilaterales", cree la Congresista.

   "En 33 años de democracia creamos normas, reglas y leyes en defensa de la libertad. Bolsonaro significa el retroceso en todo ese esfuerzo y la diseminación de una cultura de violencia en el país. Eso se revela en su defensa de la dictadura militar, de la tortura, de la eliminación física y expulsión de sus aliados políticos, así como en sus posiciones racistas, homofóbicas, contra las periferias y las mujeres. No tiene ninguna propuesta clara para los problemas del país", expone Do Rosário.

   Bolsonaro parece haberse hecho también con el voto de los ciudadanos hastiados con la violencia que vive el país. Brasil registró 63.880 asesinatos en 2017, el récord por tercer año consecutivo. Propone empoderar a la policía y una política de regularización de armas para que la población pueda defenderse de los criminales.

   "Es un populista de extrema derecha que se aprovecha del rechazo natural de la población a la violencia existente en Brasil y que basa su campaña en un discurso de odio armamentista y de falsas soluciones, pero que en la práctica no presenta ninguna forma de resolver la violencia. Su estructura de campaña se fue ampliando en la medida en que se aproximó a posiciones fundamentalistas religiosas, valiéndose del crecimiento de la influencia neo-pentecostal en Brasil", argumenta Do Rosário.

"Su victoria significaría una seria derrota de la democracia y de los principios de la Constitución aprobada en 1988", sentencia la congresista.

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