El descubrimiento de América en 1492 marcó un antes y un después en las costumbres, ideologías y gastronomía de los habitantes del territorio iberoamericano pero, sin duda alguna, uno de los cambios más importantes que dejaron los conquistadores europeos es la forma de construir ciudades perfectas pues, si las ciudades romanas tenían su cardo y decumano, las ciudades coloniales de Iberoamérica tienen forma de damero; es decir, calles rectas perfectamente delimitadas, la conocida plaza de armas en el centro de la urbe y, rodeando a ésta, la catedral y el cabildo municipal.